XI Edición
Curso 2014 - 2015
El defensor de Viena
Santiago Benítez, 13 años
Colegio Mulhacén (Granada)
Recuerdo con claridad meridiana aquel lejano y lluvioso once de septiembre de mil seiscientos ochenta y tres. Soy teniente de Húsares alados de Polonia y me llamo Alozjy Król. Tengo el honor de haber defendido Viena de las garras otomanas. Junto a mi sobrino Arkadi Majewski dirigí la caballería contra los turcos.
La noche antes de la batalla, le pregunté a Arkadi:
-Si te concedieran algún deseo, ¿qué escogerías?
-Que si muero, sea por Polonia y su bandera.
Cargamos contra las líneas otomanas muchas veces. En la última, un enemigo tiró del caballo a Arkadi. Entonces dejé al mando de la caballería a un veterano que era de confianza y me lancé, acompañado por otros cinco jinetes, a sacar a mi sobrino de aquel apuro.
Cuando los turcos se retiraron, me sentí incapaz de celebrarlo: había desmontado para honrar al cuerpo sin vida de Arkadi, al que no había logrado salvar. En ese momento deseé encontrarme, aunque fuera junto a mi tumba, al autor de esa desgracia, pero el dolor pudo al odio, pues me imaginé entregando el cadáver a mi hermano, padre del chico. Esa escena me torturó durante toda la noche, pues sentía que parte de la culpa había sido mía.
Había muerto por Polonia y su bandera, tal como había deseado la noche anterior.
Al día siguiente volvimos a la carga. En homenaje a mi sobrino, ordené a la caballería que no retrocediera y di inicio a una serie de ofensivas con las que conseguimos arrasar el campamento del enemigo. Viena se había salvado.
No se me borran de la cabeza los rostros de aquellos pobres desgraciados, que pagaron por la pérdida de Arkadi. Aprendí que matar es siempre algo muy duro, aunque lo respalde un buen motivo.