XVIII Edición
Curso 2021 - 2022
El descubrimiento
Pablo de la Lastra, 15 años
Colegio Tabladilla (Sevilla)
Una vez acabado el primer trimestre del curso, me he planteado por qué tengo que estudiar, por qué he de esforzarme. Y es que muchas veces hago las cosas sin preguntarme la razón de mis comportamientos. Me dedico a hacer lo que me piden los profesores, a cumplir lo mismo que los demás o aquello que me indican en casa. Sin darme cuenta, acabo reducido a una marioneta en manos ajenas, cediendo mi libertad. Por eso he decidido cuestionar la razón de mis comportamientos, ya que la vida está llena de actos pasivos que precisan respuesta.
En bachillerato he escogido la opción de Letras. Algunos compañeros de clase me dicen que hay asignaturas de mi opción académica que no tienen utilidad, como la Filosofía. Reconozco que en septiembre yo tenía esa misma visión, pero con el paso de los meses me he dado cuenta de que estaba equivocado. La asignatura no consiste solo en estudiar el pensamiento de determinados filósofos para después "vomitarlo" en el examen. El conocimiento de sus teorías me ha llevado a indagar, a formarme una opinión acerca de sus actuaciones, a interesarme por otras materias, a desarrollar un pensamiento crítico, a tratar de comprender los fenómenos que marcan las pautas de la sociedad, de la economía y la política. En conclusión, a plantearme el porqué de las cosas y no resignarme a actuar como los demás si no hay motivo.
Estudiar Filosofía me está ayudando a entablar amistades con las que debato algunos temas. También he sentido la necesidad imperiosa de leer libros de mayor y mejor calibre. He aprendido a escuchar opiniones distintas a las mías, convencido de que me enriquecen. Incluso he logrado enfrentarme al papel en blanco para escribir mis pensamientos, lo que es más estimulante que una tarde con las redes sociales. Gracias a esta reflexión escrita he comprendido algunas decisiones de mis padres que no entendía y a no dar todo lo que presenta la sociedad por verdadero.
Como saber crítico que es, la Filosofía me lleva a cuestionarme la diversión de los jóvenes: ¿Por qué aceptamos determinados comportamientos? ¿Nos conviene todo lo que se hace en la calle? Hemos aceptado que para salir hay que dejar de estudiar; que para divertirse hay que ponerse ebrio; que para no ser tachado por los demás, hay que hacer cosas que moralmente son perjudiciales.
En resumen, me he convencido de que la Filosofía cultiva y ordena la mente.