XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

El lienzo de
la percepción 

Ana Mas, 16 años

Colegio Altozano (Alicante)

Cuando tengo tiempo libre, me gusta sentarme frente al ordenador e investigar sobre algunos de los grandes pintores de todos los tiempos. Aunque me apasiona la pintura clásica, sobre todo la del Renacimiento –Leonardo Da Vinci es mi preferido–, también me resultan interesantes la escultura clásica griega y la arquitectura gótica. Muchos de los artículos que leo me proporcionan una visión más profunda y me dan diferentes perspectivas sobre la capacidad de creación del ser humano.

En un tiempo en el que la vida sigue un ritmo frenético, son esos momentos de contemplación los que iluminan mi camino y lo encauzan, porque me hacen consciente de que comparto gran parte de los planteamientos de esos artistas y su perspectiva sobre el mundo. Por ejemplo, los cuadros me transmiten infinidad de mensajes a través de cada una de las pinceladas que los componen, ya que el arte es un lenguaje que no necesita ser expresado a través de las palabras, pues se compone de emociones sensoriales. He aprendido que el arte es una ventana a la historia a través de una expresión profunda.

En una ocasión, durante una visita al museo de mi localidad, dedicado al pintor y escultor Mariano Benlliure, tuve el privilegio de contemplar algunas de sus obras más importantes y conocer su proceso de creación. Al ver los bocetos de sus esculturas, entendí la evolución que parte del primer boceto hasta la obra tal como la conocemos. Pensé que, al igual que un bronce se va formando a partir de un trazo sobre un papel, que va adaptándose con yeso y con cera a la idea de su autor durante un proceso lleno de errores, la historia se ha ido transformando conforme a nuestra forma de percibir el mundo.

Aunque vivamos una era digital en la que las tecnologías son el centro de nuestra atención, el arte nos brinda la oportunidad de sumergirnos en la contemplación de los aspectos más profundos de la humanidad. 

En un mundo impulsado por lo efímero, el arte nos invita a abrazar lo perdurable. El arte nos recuerda que, a pesar de vivir en un constante progreso técnico, el ser humano anhela lo mismo que hace millones de años: encontrar la belleza que conduce a la felicidad. El arte nos desafía a ver más allá de lo superficial, a asombrarnos ante la trascendencia a la que puede aspirar la humanidad. Nos impulsa a cuestionar, a reflexionar, a buscar respuestas a las preguntas fundamentales.

Ojalá nos inspiremos en el gran Leonardo, que frente a su escasez de recursos buscó ingeniosas alternativas para conquistar sus proyectos. O en Benlliure, que siguió adelante con su sueño a pesar de las dificultades que tuvo que atravesar. Deberíamos resistir la tentación de relegar el arte a un segundo plano frente a la omnipresencia de la tecnología, darnos cuenta de que esas obras maestras están más cerca de nosotros de lo que pensamos, unas veces en la calle, otras en un museo.