XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

El mensaje

Cristina de Paz, 15 años 

                 Colegio Tierrallana (Huelva)  

El viernes, a las nueve de la noche, María tenía que subir al escenario para dar el quinto concierto de su gira mundial. De camino al estadio en que estaba preparado el escenario, descubrió que el centro de Madrid estaba abarrotado de carteles que anunciaban su actuación. 

Una vez en el camerino, fue calentando la voz, acuciada por los nervios. Cualquiera diría que María, la joven cantante mundialmente famosa, no estaba acostumbrada a subirse a las tablas para entregarse al público durante un espectáculo que duraba más de dos horas. Sin embargo, aquella noche percibía algo en el ambiente que le hacía sentirse extraña.

Mientras se dejaba hacer por parte de las maquilladoras y las peluqueras, marcó el teléfono de su madre. Ella siempre conseguía transmitirle paz.

Media hora después se había transformado en una estrella. Llevaba una larga coleta, un pantalón corto, un y una botas negras. Al mirarse en el espejo se sintió más nerviosa que antes. Tenía ganas de vomitar, de llorar, de gritar, de huir.

Un hombre entró en el camerino sin llamar a la puerta. La miró con preocupación.

–¿Estás bien? –le preguntó.

María lo miró con detenimiento. Aquella persona no le resultaba familiar. Era un tipo alto, de unos treinta y cinco años, con los ojos de un azul intenso e iba vestido con un vaquero y una camisa de cuadros. Mientras ella lo miraba, él se metió las manos en los bolsillos y arqueó la ceja derecha, extrañado.

–¿Quién eres? –le preguntó María–. ¿Por qué has entrado sin permiso? 

Él le sonrió.

–¿No te acuerdas de mí?

María negó con la cabeza. Estaba dispuesta a llamar a los agentes de seguridad.

–Está bien, me voy, pero te pido que leas esto justo antes de subir al escenario –. El hombre le entregó un papel doblado por la mitad.

María clavó los ojos en el papel cuando volvió a quedarse sola. A punto estuvo de abrirlo, pero su manager apareció para advetirle que solo faltaban diez minutos para que comenzase el concierto. Tomó a María de la mano y la llevó a uno de los lados del escenario.

Allí le entregaron un micrófono. Mientras escuchaba al público, que gritaba ansioso la cuenta atrás, se fijó en que en la otra esquina del escenario estaba el hombre que le había dado el papel. Entonces cayó en la cuenta de que aún llevaba la hoja en la mano. La desdobló y leyó lo que había en su interior: 

<<Desde Ciudad Mágica le informamos de que corre peligro. 

Debe regresar inmediatamente si quiere salvar su vida>>.

Aquello la dejó deconcertada. 

Volvió a mirar al otro lado del escenario, pero aquel tipo ya no estaba allí. 

Comenzó a sonar la música. Todo su equipo le gritaba para que saliese, pero María los percibía como si estuviesen a kilómetros de distancia. Dejó caer al suelo el micrófono y el papel. Había recordado algo que su mente borró hacía mucho tiempo. Olvidándose del concierto, dio media vuelta y huyó a la carrera.