XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

El miedo

Enrique Conde, 14 años

                 Colegio El Prado (Madrid)  

Uno de mis mejores amigos, Marcial, cuando estamos en confianza, es la persona más abierta que conozco. Sin embargo, fuera de nuestro círculo de amigos, especialmente ante ciertas personas, se esconde tras una máscara de timidez que le hace pasar desapercibido.

Me dan mucha rabia estas situaciones en las que dejamos que la inseguridad se apodere de nosotros. Al fin y al cabo, nos hacen perder muchas oportunidades que podrían ser beneficiosas (en el ámbito social, económico o de alguna experiencia humana). ¿Qué pasaría si Marcial apartara esa máscara? Estoy convencido de que, en muy poco tiempo, sería la persona más apreciada del colegio.

En este tipo de situaciones, siempre hay una pequeña vocecita que, desde dentro de nuestra cabeza, intenta convencernos de lo mucho que valemos para que nos atrevamos a tomar nuevos caminos. ¿Cuántas veces hemos tenido que darle la razón a esa vocecita después de haber logrado culminar aquello que tanto nos costaba (como lanzarnos a hablar con alguien especial)?

Es necesario ser prudentes, cuidar las decisiones que tomamos…, pero los adolescentes deberíamos ser un poco más atrevidos porque sólo una hebra de confianza separa la prudencia del miedo.

El miedo no deja de ser un mecanismo de defensa frente a los posibles peligros a los que nos enfrentamos, aunque habría que cuestionarse si el fracaso, la vergüenza o la opinión son verdaderos peligros o herramientas para mejorar.

No podemos dejar que el primitivo instinto de supervivencia se imponga sobre las posibilidades de aprendizaje y crecimiento, aunque no se trata de ser temerarios sino de no temer estar vivos.