VIII Edición

Curso 2011 - 2012

Alejandro Quintana

El milagro de Blanca

María Godoy, 15 años

                  Colegio Ribamar (Sevilla)  

Blanca salía de la clínica tras una semana, arropada por sus padres. Llevaba en brazos a su hijo recién nacido. Aquel bebé era lo mejor que le había pasado en la vida.

Nueve meses antes, descubrió que llevaba una semana con retraso. Supuso lo que le había pasado: estaba embarazada, consecuencia de haber mantenido, un mes antes, una relación con un compañero del instituto.

Muy nerviosa, bajó a la farmacia y compró un detector de embarazo, que dio positivo. Por su cabeza pasaron diversas posiblidades. Lo que más temía era la reacción de su padre. Era militar, hombre recto y muy exigente. Blanca le guardaba mucho respeto y a la vez le tenía miedo.

Temía que su padre la rechazara, a ella y al bebé. Era una situación demasiado complicada para sus dieciséis años. Tenía que tomar una decisión y lo primero que se le pasó por la cabeza fue abortar: era rápido. Sus padres no se enterarían. Así que se dirigió a la clínica abortista, con la esperanza de salir sin rastro de aquel tropiezo.

Al llegar a la puerta, un hombre la detuvo. Era una persona educada, que se dirigió a ella cortésmente y con una sonrisa. Su nombre era Paco. Le dijo que el aborto destroza a las madres, que deben llevar de por vida la losa de haber acabado con la vida de su propio hijo. Además, Paco le dijo que ella ya era madre, y que tenía que elegir entre ser la madre de un niño vivo o de un niño muerto.

Aquellas palabras le llegaron al corazón. Blanca le reconoció a Paco que tenía miedo: era adolescente, estaba soltera, el chico se había desentendido de lo que definió como “un problema tuyo” y, sobre todo, temía la reacción de su padre. Le explicó cómo era aquel militar y cuál sería su reacción violenta. Paco le propuso que le presentara a su madre. Hablaría con ella para que le introdujera a su padre. Es decir, Paco estaba dispuesto a hablar con los dos.

A los pocos días, Paco se reunió con Teresa. Paco le explicó las circunstancias de Blanca: que estaba embarazada y que la había conocido en la puerta de una clínica abortista. La reacción de la madre fue buena. Estaba decidida a apoyar a su hija sin condiciones, pero también temía la reacción de su marido. Paco le rogó que concertara una entrevista para conocerlo. Teresa aceptó, con la condición de que no le adelantara el motivo de la reunión, aunque podría decirle que era algo relacionado con Blanca.

Así fue: al día siguiente Paco y el padre de la adolescente se citaron en una cafetería del barrio. El militar llegó acompañado de su mujer, Teresa, y de Blanca. Paco pidió a las mujeres que salieran a la calle mientras charlaba con el padre.

Habló Paco durante un rato largo. Al hombre duro, al soldado, se le cayeron un par de lágrimas.

Enseguida salieron los dos del local. El padre se dirigió a su hija. Antes de decir nada, la besó. Después abrazó a su asustada esposa.

-Teresa, cariño, nos ha llegado la oportunidad de demostrar que somos los padres de Blanca.