XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

El misterio del
Santo Grial 

José María Olmedo, 13 años 

Colegio Mulhacén (Granada) 

Abrió el arca y la cámara enfocó el fondo tapizado. Tal y como le había dicho el guardia de seguridad, allí no había nada. Hacía un rato que Samantha Sandemetrio, célebre detective, acababa de llegar al museo que albergaba el Santo Grial, ahora desaparecido. Samantha estaba investigando el caso por orden de uno de los guardias del museo, que al darse cuenta de la desaparición la había telefoneado. El dueño del edificio, Ricardo Priccini, hombre de baja estatura, estaba desolado ante la pérdida del objeto más preciado de su colección (e incluso del mundo, ya que según la leyenda el Grial concedería la inmortalidad a aquel que lo poseyese).

La detective había sido informada de que la copa se iba a trasladar ese mismo día a España. El día anterior, los responsables del museo la habían empaquetado antes de introducirla en el arca para trasladarla al aeropuerto. Pero esa noche alguien lo sustrajo. También le habían informado de las medidas de seguridad de las que disponía el museo, por lo que se extrañó de que el ladrón hubiese entrado sin ningún problema. Además, todas las salidas estaban cerradas a cal y canto. Eso le hizo sospechar que el ladrón seguía en el interior del edificio. Por eso ordenó que nadie saliese ni entrase hasta nueva orden.

El museo era demasiado grande y Samantha no sabía por dónde empezar empezar su búsqueda. De pronto se dio cuenta de que una de las cámaras de seguridad que vigilaban el arca estaba apagada –pero no porque hubiesen cortado los cables de conexión para desactivarla– desde la sala de control. De este modo Sandemetrio comprendió que el ladrón se había colado en aquel lugar.

La puerta de la sala de control estaba cerrada y no había señales de que hubiese sido forzada. Para su sorpresa, ninguno de los vigilantes tenía la llave de aquella habitación, solo Priccini. Samantha se acercó al despacho del dueño, que se encontraba leyendo una revista de objetos antiguos. La detective le pidió las llaves de la sala, Ricardo se las entregó y volvió a la lectura de su revista.

En la sala de control descubrió un taburete debajo de una mesa cubierta con un mantel. Después de inspeccionar el lugar, volvió al despacho de Priccini para devolverle las llaves, pero el director no estaba allí, así que las dejó encima de su mesa, donde se encontraba la revista, abierta en una página que hablaba del Santo Grial. El artículo reproducía un texto antiguo sobre el modo de utilizar aquel objeto para conseguir la inmortalidad. 

La detective empezó a encajar las piezas del rompecabezas: la cámara de seguridad desactivada, el taburete para alcanzar el panel de control, la revista… Cayó en la cuenta de que el ladrón no era otro que Ricardo Priccini.

Después de llamar inmediatamente a la policía, se encontró con Priccini. Al principio le pareció que no comprendía qué pasaba, hasta que Samantha lo redujo para esposarle. En ese momento llegaron dos agentes, que agarraron al ladrón para llevárselo a comisaría. Pero antes, Samantha le preguntó:

-¿Porqué robó el Santo Grial si estaba en su museo?

-Para hacerme el hombre más rico y poderoso del mundo -reconoció-. Escogí la fecha de su traslado a España porque creí que nadie sospecharía de mí, sino del museo español una vez abrieran allí el arca. ¡Maldita entrometida!...

En cuanto se llevaron a Priccini, Samantha Sandemetrio recocogió sus cosas y abandonó el museo con la satisfacción de haber resuelto el caso.