VII Edición
Curso 2010 - 2011
El niño que siempre seremos
Celia Santas, 16 años
Colegio Monaita (Granada)
Un año más se va, y de nuevo todo adquiere el mismo ambiente, los mismos colores, las mismas melodías que hacen recordar momentos vividos y los que, por alguna razón inexplicable, vuelven a nuestra cabeza como si nada nos separase de aquel instante en el que disfrutábamos en compañía de nuestros familiares, como si el tiempo no nos hubiera ganado la batalla con su arma letal, arrebatándonos cada minuto, segundo a segundo, una parte de nosotros, en especial esa etapa en la que los ojos nos brillaban al convertirnos en dueños de un nuevo juguete que habíamos deseado desde que garabateamos una carta para los Reyes.
De niños, dsde el comienzo del día nos sumergíamos en mundos imposibles, llenos de magia y fantasía en los que habitaban todo tipo de seres mitológicos: hadas, elfos, unicornios o dragones. Vivíamos aventuras y luchábamos en guerras donde la sangre y el dolor no estaban presentes. Al llegar la noche, nos dejábamos proteger por un peluche para sentirnos seguros mientras dormíamos y seguíamos sumergidos en estos mundos a los que podíamos acceder en cualquier momento con dejar volar nuestra imaginación.
¿Siguen existiendo estos mundos o, por el contrario, hemos puesto un cerrojo definitivo a esa puerta de acceso a la magia?
Al crecer, nos dejamos llevar por el día a día sin darnos cuenta de lo que vamos dejando atrás. Nos aferramos a nuevas sensaciones, otros sentimientos e intentamos arrumbar nuestra infancia como si molestara, porque queremos sentirnos fuertes y, sobre todo, “mayores”, aunque la infancia sea la etapa más importante de la vida y jamás la podremos borrar.
La recordaremos en Navidad, cuando nos veamos reflejados en los rostros de los niños que con las luces de sus almas nos ayudan a transportarnos de nuevo a esos mundos limpios, a recuperar las ilusiones por conseguir nuestras metas y a inventar como en el pasado historias de brujas o princesas atrapadas en torres de marfil. Es concreto, a sacar al niño que fuimos.