XX Edición

Curso 2023 - 2024

Alejandro Quintana

El placer de bucear 

Nahia Zapatero, 16 años

Colegio Ayalde (Vizcaya)

Tengo la oportunidad de bucear –ventajas de vivir en una ciudad cercana al mar– y animaría a todo el mundo a que probara la experiencia. No en vano, desde tierra solo contemplamos la superficie del agua, como si el mar fuese un cristal, sin caer en las riquezas que guardan sus profundidades. Las gafas y el tubo me han permitido comprender que existe un universo inesperado de una riqueza llamativa, en el que viven incontables especies de todo tipo y condición. 

Bucear, además, me da mucho en qué pensar: si mi vida va en el rumbo correcto, si estoy ayudando a mis padres todo lo que puedo, si lo que quiero estudiar en la universidad es lo correcto... A menudo, cuando siento que no puedo más y que voy a explotar, suelo recordar el paraíso que me espera al lado de mi casa: el muelle de Don Luis. En cuanto llego a casa desde el colegio y si mis deberes no me lo impiden, me apresuro a coger la mochila y quedo con mi grupo de amigos para disfrutar de una zambullida refrescante. 

Uno de los momentos que más me gustan es, durante el invierno, cuando una compañera, tras sumergirnos, anuncia que el agua está estupenda –a pesar de que tirita como un flan– a todos los curiosos que se aventuran a dirigirnos la palabra. Por donde vivo, se nos conoce por lo descabellados que somos. Este proceso se repite como una tradición. Un viandante pregunta, ella responde y el resto nos reímos de las caras que esos curiosos componen pensando que no podemos verles.

Hay personas que utilizan el tabaco para tranquilizarse, otros el alcohol; a mí me basta el océano. Además de saludable y vivificante, lo puedo compartir con otras personas que, al igual que yo, han descubierto un magnífico mundo bajo esa capa de vidrio.

Supongo que todos tenemos, por lo menos, una afición que amamos. La mía es el buceo porque me ha cambiado la perspectiva a la hora de ver las cosas.