XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

El rey que perdió a
su reina

María Gámez, 17 años

Colegio Ayalde (Vizcaya)

A Marcos nunca le había gustado el ajedrez. Observaba a su madre y hermano, frente a frente, mover las fichas en un lado y otro del tablero, pero enseguida se aburría. Dos ejércitos, cada cual con su respectivo color, dieciséis figuras clasificadas por jerarquías y, lo peor, las reglas: tantas que no entendía cómo a eso se le podía llamar “juego”. 

El jugaba al ajedrez de otra forma: imaginaba diferentes historias utilizando a las fichas como personajes y el pequeño damero como escenario de todas ellas, como la del rey que perdió a su reina... Una noche, el monarca negro se despertó para encontrar la casilla de su izquierda vacía. Su reina se había movido hasta el lado opuesto del tablero, frente al rey blanco. Movido por la ira, su ejército declararó la guerra al otro bando: sus caballos galopaban veloces, los alfiles ideaban ataques sorpresa y los pequeños peones, indefensos, avanzaban casilla a casilla sin un lugar donde refugiarse. La imaginación de Marcos estaba ideando un enfrentamiento final cuando su madre interrumpió su juego.

–Cariño, tu padre acaba de llegar. Recoge tus cosas; esta semana te toca con él. 

Marcos pensó que en el ajedrez lo más divertido era saltarse las reglas, pero en la vida real hubiese preferido que la gente las respetase.