XX Edición
Curso 2023 - 2024
El tiempo
Daniela Gil, 16 años
Colegio Iale (Valencia)
Mientras me desplazo por las concurridas calles de la ciudad, me sumerjo en el torbellino de la vida diaria, donde los destinos se entrelazan y se desvanecen en un parpadeo. Las aceras están repletas de personas, cada cual con su propia historia, que reflejan el paso del tiempo que avanza sin cesar.
Aunque las miradas se entrecruzan, rara vez coinciden unas con otras. Los pasos apresurados de la multitud danzan al compás del reloj. A su vez, las oportunidades se presentan y desvanecen como destellos fugaces.
En una esquina se produce un efímero instante de conexión entre dos desconocidos. Sus ojos se descubren mutuamente, creando una señal de complicidad en medio del jaleo. Sin embargo, cada cual sigue su camino, separándose con la marea humana.
Las cafeterías, pequeños refugios en medio del caos, coleccionan conversaciones que podrían cambiar más de un destino. En una mesa apartada, dos personas comparten risas ajenas al tic tac del reloj. Inevitablemente llega el momento de despedirse; el tiempo se lleva consigo esa burbuja de conexión.
Las vitrinas de las tiendas reflejan la rapidez con la que el mundo se transforma. Los escaparates exhiben productos que prometen detener el tiempo, de relojes a cremas rejuvenecedoras. Sin embargo, el tiempo no se deja capturar por objetos materiales.
En un parque, los niños juegan ajenos a las preocupaciones. Sus risas son melodías que ayudan a olvidar la fugacidad de la vida. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que su inocencia dé paso a las responsabilidades, antes de que las risas se desvanezcan en el viento?
Al final del día, el sol tiñe el cielo en tonos cálidos. En ese momento mágico, el tiempo parece congelarse. La ciudad se sumerge en una pausa. Algunas personas, absortas en la belleza del atardecer, capturan esos instantes. Cada calle, cada rincón alberga encuentros y desencuentros, recordándonos la fugacidad de cada instante y la importancia de apreciar nuestro paso a través del tiempo.