IV Edición

Curso 2007 - 2008

Alejandro Quintana

El vals de los recuerdos

José Luis Montesinos,16 años

                 Colegio El Vedat (Valencia)  

Juan tuvo que pasar una mopa por la superficie del vinilo. Había puesto el tocadiscos en marcha después de diez años. La música sonaba tímida, pero los recuerdos aporreaban en su mente. “Sólo es una canción”, se decía, pero no podía dejar de ligar, entre nota y nota, imágenes de cuando ella vivía, tantos momentos felices que pasaron juntos, tantas dificultades. Habían compartido mil confidencias bailando al son de una orquesta.

La melodía se fundía con el ambiente y los pasos del vals temeroso del anciano parecían todavía dominados por los de su ella. La música le hablaba de todas las maravillas del mundo, de la magnificencia de la naturaleza, de una felicidad gratuita y para todos. Pero el buen corazón de Juan no daba más de sí. Los recuerdos alegres hacían eco en su alma vacía porque faltaba su esposa, la mujer de su vida, la única que había amado, su apoyo en este mundo, la excusa para levantarse y pelear contra las dificultades. Pero su hora definitiva llegó hace tiempo. Sin embargo, la del pobre viudo debía esperar.

No podía seguir escuchando, no podía permitir de aquellos violines que le traían pedazos de su existencia en común. De pronto se dio cuenta de que la canción había terminado y de que la aguja saltaba y volvía a saltar sobre el último círculo concéntrico del disco. Había vuelto el silencio, aquel que el tiempo había acumulado por todos los rincones de la casa.

Pasó la vista por la antigua chimenea y las fotos que adornaban la repisa. Su boda, aquella cena en Italia, la playa… Sin María, aquellas fotos serían estúpidos paisajes. Sabía que, en su mundo, la vida se detuvo cuando Maria murió.