VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

El viejo roble

Irene Barrio, 16 años

                   Colegio Alcazarén (Valladolid)  

Con paso fúnebre se acercó al viejo roble del jardín. Le abrumaron cientos de recuerdos y en todos estaba él.

Con una cuerda en la mano y en la otra un papel arrugado se iba acercando cada vez más al árbol. Cuando llegó junto al roble, en su cabeza comenzó a sonar un tambor. Dejó caer el papel, pasó la cuerda por encima de una rama y la anudó varias veces para asegurarla. Una vez colgada, se metió en casa y regresó con un bulto bajo el brazo. En ese momento, apareció Isabel.

-Clara, me acabo de enterar. Lo siento.

-Gracias. -Clara no pudo contener las lágrimas.

-¿Cómo ha pasado?

-Hoy no se ha despertado.

Y cuando Isabel se le acercó para abrazarla, reparó en la cuerda que colgaba del árbol. Clara adivinó lo que estaba pensando.

-Estoy colgando un columpio del roble de mi padre. He encontrado entre sus papeles una vieja foto en la que sale empujándome en el que había cuando yo era pequeña. Cuando la cuerda se rompió, papá ya estaba débil para cambiarlo. Ahora que no está, he pensado ponerle uno nuevo a Silvia, para que juegue.

-¿Quieres que te ayude?

-Gracias.

Cuando colgaron el neumático, Clara se quedó sola en el jardín, se sentó en el columpio y, por un momento, sintió que no había pasado el tiempo. Esperaba balanceándose a que su madre la llamase a cenar mientras pensaba que el significado de la vida se le escapaba de las manos. Entonces llegaba su padre de trabajar y, como siempre, le preguntaba:

-¿Qué te pasa pequeña?

-No encuentro a Toby. Mamá me ha dicho que se ha escapado, pero yo sé que está escondido.

Entonces su padre le sacaba en brazos del columpio, me sentaba a su lado bajo el viejo roble del jardín y le cantaba la misma canción.