XX Edición
Curso 2023 - 2024
Estrellas fugaces
Mateo Sanchez, 16 años
Colegio IALE (Valencia)
Desde la infancia me molesta la manera en la que clasificamos a determinadas personas, ya sea en el colegio o en un club deportivo. Es como un cosquilleo en la espalda del que no puedo deshacerme, pero que persiste y me incomoda. Y en esa manera de agrupar a las personas, no soportaba a los que se conocen por "populares".
Recuerdo muy bien la primera vez que me di cuenta de su existencia. Estaba en el patio de la escuela, observando como los estudiantes del colegio rodeaban a ciertos chavales que parecían irradiar confianza y estilo. Desde lejos no parecían diferentes al resto de los alumnos, pero al acercarme entendí en qué consistía ser "popular", pues aquellos alumnos caían bien a todo el mundo por su manera de vestir, su lenguaje corporal y la estudiada forma con la que capturaban la admiración del resto. Todo ello despertó en mí una mezcla de curiosidad e incomodidad.
A medida que crecí, me di cuenta de que estos "populares" no son exclusivos de la escuela; forman parte, incluso, del entorno laboral de mis padres, lo que significa que están presentes en casi todos los grupos humanos. Me pregunté qué los hace tan especiales y por qué la gente los sigue como a estrellas fugaces.
Con el tiempo he descubierto que detrás de esa fachada de popularidad, muchos de ellos se enfrentaban a sus propios problemas y desafíos. Aunque parecen encontrarse en la cima del mundo, a menudo lidian presiones y expectativas invisibles para los demás. Por eso fue un error dejarme llevar por mis prejuicios iniciales, que me obligaron a evitarlos y despreciarlos por un tiempo.
La lección que aprendí superaba esos prejuicios: cada persona es única y forma amistades según sus propias elecciones. En el fondo, todos somos como estrellas fugaces, poseedores del brillo efímero que nos define. Por eso es importante aceptar a cada ser humano tal como es, y superar las etiquetas superficiales para apreciar la belleza de su propia luz.