XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

Estudio japonés

Juan Pedro Gálvez, 18 años

              Colegio Tabladilla (Sevilla)  

Estudio japonés. La gente se asombra cuando lo menciono. Muchos me preguntan dónde (en un instituto de idiomas), si tengo títulos (no, pero pronto conseguiré el A2), si les puedo decir algo en este idioma (<<Watashino namaewa Juan Pedroda>>: <<Mi nombre es Juan Pedro>>, respuesta típica donde las haya), si sé mucho (tampoco tanto), etc… Pero a veces alguien sale con la pregunta que más me gusta contestar: <<¿Por qué?>>.

No son muchos los que alcanzan a entender qué hay de interesante en aprender un idioma que, al fin y al cabo, no es mayoritario. Más de una persona me ha dicho que el chino es más importante que el japonés, y hasta me han sugerido, en un tono un tanto imperativo, que cambie el idioma que estudio. Y quizás sería lo más sabio, pues para qué dedicarle tantas horas si no es para sacarle alguna utilidad… Sin embargo, tengo muy claro que la única razón es que me gusta.

Mucha gente elige sus aficiones en función de los beneficios que le puedan proporcionar. Solo parece importarles que el tiempo invertido valga la pena más adelante, que todo tenga un rendimiento del que presumir en el currículo, lo que parece claro en el ámbito de los idiomas. Por eso no consiguen comprender que yo estudie japonés por el simple hecho de que lo disfruto. Quizás eso lo acepten respecto a un deporte, que no requiere un grado de dedicación tan extremo (a menos que quieras convertirte en deportista profesional). ¿Pero de un idioma tan difícil como el japonés?... ¡Jamás!

Si nos empezáramos a interesar un poco más por cosas “inútiles” –hobbies que no tienen por finalidad su aparición en nuestro historial y que no son garantía necesaria para un ascenso–, si aprendiéramos por el simple gusto de aprender, estaríamos un poco menos ofuscados y disfrutaríamos más de la vida y de las infinitas posibilidades que esta nos ofrece.