XVIII Edición
Curso 2021 - 2022
Evitar el desastre
Guillermo Sanchis, 15 años
Colegio El Vedat (Valencia)
Para bien o para mal, los adolescentes españoles no recibimos demasiada exigencia. La mayoría tenemos una vida acomodada, sin muchas más obligaciones aparte del estudio. Comparado con otros países, vivimos tranquilos, ya que tenemos aseguradas tres comidas al día, una casa confortable y una cómoda cama en la que dormir. Pero todo esto nos hace tender hacia la falta de esfuerzo y de rendimiento, lo que terminamos reflejando tanto en el ámbito escolar como en la vida en general.
Hay un dicho famoso que dice: “Tiempos difíciles traen hombres fuertes; hombres fuertes traen tiempos fáciles; tiempos fáciles traen hombres débiles y hombres débiles traen tiempos difíciles”. Y es verdad que, a primera vista, parece recomendable que vivamos la adolescencia sin preocupaciones; si no nos esforzamos con los estudios ni nos preocupamos por las calificaciones, estaremos tranquilos y relajados, disfrutando de una vida divertida en la que cabe la posibilidad de salir todos los días con los amigos y acostarse tarde, mientras en el colegio nos dedicamos a recuperar las horas perdidas de sueño. Todo ello ofrece la apariencia de una existencia feliz.
A veces un compañero de clase que vive en esa honda, se ríe al conocer el suspenso de un examen. Aparenta indiferencia, que no le afectan las malas notas, sin considerar que ha entrado en un bucle del que es muy difícil salir, porque una cosa es no estudiar a causa de un mal día, y otra muy diferente es pasar el curso sin leer un libro, sin hacer un solo ejercicio de matemáticas ni practicar una sola sintaxis. Todos los adolescentes conocemos gente así. Como no son pocos, no debemos dejar que nos contagien, pues uno acaba por arrepintirse de mantener esa actitud.
Ese tipo de adolescentes son un desastre, y a nadie le gusta ser un desastre frente a lo felices que podemos ser cumpliendo nuestras responsabilidades, a pesar del esfuerzo y sacrificio que nos pueden llegar a acarrear.