IV Edición

Curso 2007 - 2008

Alejandro Quintana

Felicidad

Cristina Doval, 16 años

                 Colegio Montespiño (La Coruña)  

-Mientras haya salud, no pasa nada -comentó con una de sus amigas.

Estas palabras llegaron a mis oídos en un vano intento de escapar de una jauría de mujeres que, en la puerta del mercado, se contaban sus penas, alegrías y enfermedades. Con mis dieciséis años y un afán de cuestionarlo todo, no puede evitar reflexionar sobre aquella frase: ¿Es tan importante la salud? ¿Realmente es cierta la sentencia que se repite en todas mis comidas familiares: "salud y buenos alimentos"?

Me bastaron apenas cinco segundos para poder contestarme. La respuesta es, indudablemente, “no”. Sólo hay algo en esta vida que merezca la pena: la felicidad. Todos deseamos ser felices a pesar de que, muchas veces, no sepamos cómo. ¿Borrando todo el dolor y el sufrimiento? Eso es imposible. Además, incluso con ambas cosas podemos llegar a ser felices. Me explico: ¿De qué sirven el dolor y el sufrimiento cuando te encierras en ti mismo? Pero, ¿y si compartimos ese dolor con alguien o le damos un sentido trascendente? Entonces, seguro, que a pesar de la mala salud podremos afirmar que somos felices.

La felicidad se trabaja cuando hay un empeño en ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Al darnos cuenta de lo que tenemos y dar gracias por ello, aprender a apreciarlo, aunque sea poco. En dar todo lo mejor de nosotros y aprovechar al máximo nuestros talentos. En el fondo, vivir cada momento con la máxima intensidad y encontrar lo extraordinario en lo cotidiano. Por último, uno puede ser feliz, muy feliz, si se decide a servir a los demás.

Seguro que tú, que estas leyendo estas líneas, tienes tus penas, al igual que tus amigos, familiares y conocidos. La cuestión está en saber vencer esas penas, no dejar que nos dominen.