XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Gracias, Gracia

Fátima Rebollo, 14 años

                 Tierrallana (Huelva)  

En mi colegio hemos vivido una experiencia transformadora, dura y dulce a la vez: Gracia, nuestra profesora de Matemáticas, falleció hace unos meses a causa de un tumor cerebral.

Si me preguntan cómo era Gracia, necesito unos momentos para ofrecer la mejor respuesta. Porque destacó como profesora y como persona. Por eso, la palabra que me sugiere su recuerdo es “memorable”.

Hace unos años temíamos a Gracia por su fama de profesora dura, pero cuando tuvimos la oportunidad de llegar a conocerla nos dimos cuenta de que era cariñosa y divertida, lo que no restaba en nada su exigencia.

Jamás olvidaré su falda de flecos ni aquel hábito de arrancar las páginas de nuestros cuadernos cuando juzgaba que estaban <<muy guarras>>.

Además, Gracia vivió su enfermedad de manera discreta y, al mismo tiempo, heroica. Comenzó el curso con fuertes dolores de cabeza, pero aun así continuó su labor con enorme fortaleza, respuesta previsible en una mujer que creía firmemente en Dios.

Las alumnas desconocimos su diagnóstico durante un tiempo. Después, durante los meses en los que empeoró su estado, nos fuimos preparando para lo que sabíamos que, antes o después, iba a llegar. Pero toda preparación es poca cuando se trata de la muerte de un ser querido.

La palabra “muerte” se ha convertido en un tabú. Preferimos utilizar sinónimos que vacían su contenido o la hacen irreal. Pero al cabo todo es lo mismo. Se dice que no debemos sentir pena de los muertos sino de los vivos, porque continuamos en la batalla y tenemos que conseguir fuerzas para vencer cada día.

A pesar de que vaya pasando el tiempo desde que Gracia falleció, me parece que todo lo sucedido fue un sueño, que en cualquier momento voy a despertar y a encontrármela en su aula, arrancando las páginas del cuaderno de alguna alumna despistada, con su falda de flecos y su enorme fortaleza.