IV Edición

Curso 2007 - 2008

Alejandro Quintana

Héroes del Holocausto

Patricia Mendilibar, 14 años

                   Colegio Aura (Tarragona)  

Su manita se aferraba a otra mucho más grande y áspera, pero valiente y emprendedora. Llegaron a un frío subterráneo donde se escondían muchas más criaturas. En sus caras se reflejaba el miedo, el frío y el hambre. Sus cuerpos parecían sacos de huesos. Era el mes de abril del cuarenta y cinco y los aliados avanzaban desde las costas de Francia. Comenzaba a adivinarse en final de la Guerra.

Se colocó entre los demás niños, que le recibieron en un rincón donde compartían el calor que desprendían sus cuerpos. A diario, aquella mujer que le había salvado situaba un barreño con sopa tras la puerta metálica que les separaba del mundo. Ellos mismos distribuían el caldo insípido y helado, insuficiente para saciar el hambre que les torturaba.

Algunos llamaban Anne a aquella mujer. Otros se referían a ella por su apellido, Hubermann. Incluso algunos nunca se dirigieron a ella. Tal vez por temor.

El tiempo pasaba lentamente allí abajo. Las niñas jugueteaban con el grasiento cabello y se peinaban trenzas desiguales. Los niños construían pelotas con la hojarasca que se filtraba por la rendija de la puerta.

Un día Anne descorrió la puerta. Entonces advirtieron que la pesadilla había acabado. Pudieron mirar al cielo gris por primera vez tras mucho tiempo. Todavía no eran conscientes de que aquella mujer les había salvado la vida.

***

María examina el infinito: tiene que encontrarla. Su nieto le estampa un sonoro beso en la mejilla. Al cabo de unos instantes están frente a la pantalla del ordenador. Ella trata de recordar cualquier detalle, por banal que parezca, para introducir en la búsqueda. Transcurre la noche y tan sólo han obtenido una fotografía antigua que apenas permite adivinar el rostro de la retratada.

Aunque la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, no es suficiente para encontrar una dirección, un teléfono, una sola pista de su paradero.

Los párpados de María parecen pegársele a las mejillas después de tanto tiempo sin conseguir nada. Pero la búsqueda se prolonga. Al introducir en la ventana del buscador Google: “Héroes del Holocausto”, aparece la edición de un periódico alemán, “Die Zeit”, donde se rinde homenaje a los que arriesgaron su vida por salvar a los demás. Entre los nombres destaca el de Anne Hubermann. Así, María se encuentra el pasado y presente de su mentora. Adivina que el encuentro está próximo. Sólo cuando pisa la sombra que se proyecta en el suelo de la residencia Grünhof, comprende que su sueño es ya una realidad.

María advierte que, a pesar de las arrugas, a Anne la sonrisa no se le ha borrado del rostro. El joven observa la ternura con que su abuela acaricia el enmarañado pelo de aquella anciana y escucha admirado la experiencia de las dos mujeres que hablan de un pasado horrible y esperanzado, del terror, el hambre, las penurias, los campos de concentración…Entra una enfermera para avisar de la hora de la cena. María y su nieto le prometen que volverán.