XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

Homo Etilicus

Juan Luis Baeza, 16 años 

                                            Colegio Tabladilla (Sevilla)  

Es un hecho consumado: no hace falta nada más que salir a la calle cualquier viernes por la noche y fijarse en cómo está el panorama; cada vez se empieza antes a beber alcohol.

Esta precocidad a la hora de comenzar a beber ha dado lugar al origen de una nueva especie, a la que he puesto el nombre científico de “Homo etilicus”, perteneciente a la familia de los homínidos, pero que difiere de esta en su incapacidad de apaciguar sus ganas de beber alcohol sin motivo racional que se sostenga por sí solo.

La principal característica de este espécimen tan singular es el ansia por beber alcohol a destajo, aun a sabiendas de que no debería hacerlo a tan corta edad. Una gran mayoría de los “Homo etilicus” son menores con ganas de diversión, que no se paran a pensar en las posibles consecuencias de sus actos. De su innatural apego por la bebida alcohólica se deriva la justificación errónea e infundada del hecho de beber sin deber, lo que la gente madura conoce como una negligencia en toda regla.

Otro de los rasgos de la recién catalogada especie es la culpable inconsciencia, fenómeno por el cual el individuo se obceca cuando se ve privado de los malsanos estímulos que el alcohol causa en su joven organismo, de tal modo que antepone su obsesión a todo lo demás. Por eso, el «Homo etilicus» se caracteriza por su gran capacidad para dejarse llevar por el egoísmo, por buscar la satisfacción personal en la bebida y por poner en segundo plano aspectos tan importantes como el estudio, la salud, los principios y la familia.

A pesar de todos estos factores, esta nueva clase de humanos tiene la oportunidad de retroceder en su incorrecta y acelerada evolución, aunque tal retroceso depende enteramente de ellos mismos.