XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Implante Coclear

Pilar Cuenca, 17 años

                 Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)  

Mi madre dice que soy la única persona en el mundo a la que mi hermano Javier mira a los ojos, y que ellos me hablan con un lenguaje mágico que solo entiendo yo. Será la sangre, será la costumbre… Será lo que sea pero, en efecto, es algo que no sé explicar.

Javier tiene catorce años y es un chico diferente. ¡Qué monótono sería el mundo si todos fuéramos iguales! En fin… Javier es sordo. Bueno, digamos que tiene una dificultad auditiva que le impide oír. Así suena mejor.

A los tres años le operaron para que mejorara su audición. En aquella intervención le colocaron un implante coclear, que es un pequeño dispositivo electrónico que le ayuda a interpretar las vibraciones para que pueda asemejarlas a los sonidos.

Un implante coclear no es lo mismo que un audífono, pues se implanta por medio de una cirugía, mientras que el audífono es un aparato exterior de quita y pon. Además, funcionan de manera diferente.

Tras la primera operación, mi hermano percibió los primeros sonidos. Fue muy emocionante para todos, en especial para mis padres, que con tanto entusiasmo habían deseado que llegara ese momento.

Sin embargo, para que Javier llevara una vida lo más parecida a cualquier otro niño de su edad, fue imprescindible que recibiera continuas clases para aprender a interpretar las vibraciones, que fueron acompañadas de logopedias con las que pudiera modular mejor la voz al hablar.

En 2010 se sometió a una segunda intervención, esta vez en el segundo oído.

Javier ha superado barreras muy altas gracias a mucho esfuerzo. Por eso, quiero escribir de él, proponerlo como ejemplo.