VIII Edición

Curso 2011 - 2012

Alejandro Quintana

Infinitud

Marina Mármol, 16 años

                      Colegio Guadalimar (Jaén)  

La alteración de una simple milésima de segundo en nuestra vida, condiciona nuestro futuro. La simple forma de una decisión elegida al azar en un “momento” determinado, elabora un posible sino hasta que acaba nuestra vida. Es decir, hasta que morimos. La simple variación de una milésima de grado de rotación de la tierra con respecto al Sol, puede incluso provocar la destrucción inmediata de un planeta que ha vivido más de trece mil setecientos millones de años gracias al seguimiento de ese movimiento incansable, ese rumbo intocable, ese milagro divino que lo mueve a cada momento.

Es tan perfecto el mundo en el que vivimos… todo estrictamente planeado y sometido a un perfecto proceso se nos ofrece para que podamos observarlo y ser capaces de apreciar dicha perfección, para que podamos estudiarlo y para que intentemos entenderlo.

Parece que alguien pensó en nosotros cuando éramos una simple nada y decidió darnos esta condición que nos hace tan privilegiados. En realidad, se podría decir que todas las personas nos hemos planteado alguna vez una pregunta: ¿por qué existo? Pero pocas se han parado a pensar por qué somos seres humanos, o cómo es posible que tengamos esta inteligencia tan desarrollada y por qué sólo nosotros podemos hacer frente a una naturaleza que nos somete en cada momento según unas reglas fijadas, que son obedecidas por todos los seres vivos. Sólo cuando decidimos darnos una tregua y dedicarnos a pensar sobre ciertos temas, llegamos a la conclusión de que no estamos solos. Si fuese así, ninguno de nosotros existiríamos. Es decir, existe Alguien que nos impulsa a seguir adelante. Si no fuese por ese Todo, nos sentiríamos demasiado solos en un universo condicionado únicamente por el espacio y por el tiempo.

Además, ahí no acaba el cuento. Ese Alguien nos dio un medio para saber por qué estamos en el mundo y por qué poseemos la condición de personas humanas. Nuestra misión nos la dio servida en bandeja de plata cuando nos habló del amor.

Una vez amamos no existe frío, existe anhelo de más calor. Una vez amamos no queremos la infinitud de un espacio sino un contacto que nos determine un hogar. Una vez amamos no queremos un tiempo que acabe sino un tiempo infinito. Cuando el ser humano ama, la mayor parte de su ser es completada. Sin amor no querríamos vivir, porque sería tal la pequeñez que sentiríamos respecto al mundo que no sabríamos qué buscar porque tampoco sabríamos encontrarlo.

Si no gozásemos de amor seríamos simples objetos movidos al mismo ritmo que la tierra nombrada en un principio. Estaríamos condicionados solamente por dos incógnitas: el espacio y el tiempo.

El ser humano es lo más complejo del universo. Somos capaces de sentir que vivimos y que estamos condicionados por unas reglas. Pero, sobre todo, somos complejos porque sabemos amar, y no hay nada más difícil que el amor; ni siquiera el tiempo, ni siquiera el espacio.