XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

La autoridad del profesor

Martín Pérez García del Prado, 14 años

Colegio Mulhacén (Granada)

En mi colegio tratamos a los profesores de usted. Es una deferencia que aprendemos de pequeños y que nos ayuda a marcar la distancia de respeto que todo alumno debe tener respecto a sus maestros. Sé que mis padres llegan a tutearlos en sus encuentros para realizar las tutorías, porque allí el profesor se convierte en un aliado que les ayuda a que ellos nos comprendan un poco mejor. Y esa alianza se fragua también en el respeto y la confianza mútuas. 

En mi familia somos amigos de una profesora de primaria que trabaja en un colegio distinto al mío, en el que son frecuentes los malos modos de los alumnos hacia sus educadores. Y no solo eso; en las tutorías algunos padres pretenden demostrar que sus hijos siempre tienen razón en las quejas contra sus maestros.

Los estudiantes deberíamos ser conscientes de que los profesores no son colegas a los que podamos dirigirnos con desdén. Como pasamos gran parte de nuestro tiempo junto a ellos, tendemos a adquirir confianzas excesivas que no están adecuadas al contexto de la relación entre subordinado y autoridad, a pesar de que un docente no tiene por qué ser una figura autoritaria. Con él podemos estrechar lazos, pero siempre sin desconsideraciones. 

Cuando mis padres asistían al colegio, el ambiente era muy distinto al actual, pues había casos de profesores que se excedían en su papel y no ponían reparos llegada la hora de soltar una bofetada, extremo que, afortunadamente, ha desaparecido de escuelas, colegios e institutos. 

En mi entorno, como supongo que ocurre en la mayoría de los centros escolares, se mantiene el respeto, que nadie me malinterprete. Pero aun así las modernas relaciones entre el alumno y el docente tienen aspectos matizables. Debe ser una conexión afable, pues el profesor existe para prestar su ayuda, pero siempre debe existir un entorno de consideración. No en vano, el principio de autoridad le confiere un mando equiparable a la de un policía o un padre.