VIII Edición

Curso 2011 - 2012

Alejandro Quintana

La belleza de ultratumba

Isabel Rodríguez Maisterra, 15 años

                 Colegio Montealto (Madrid)  

<<Aquí, a medianoche>>.

Estaba escrito en la corteza del árbol. Y en el suelo, un brazalete de plata con unas iniciales grabadas: <<B. N.>>.

No sé si fue curiosidad, un impulso o el destino, pero al principio, cuando me vi rodeado de oscuridad en aquel lugar del bosque con el brazalete en la mano, pensé: <<Juan, eres un verdadero idiota>>. En ese momento apareció ella.

Surgió lentamente por detrás de un árbol, con un farolillo en la mano. Avanzó con paso firme hacia la roca que había en el centro del claro y sobre ella dejó el candil y miró a su alrededor. No me vio. La capa negra con la que me cubrí me impedía ver su rostro y sus vestidos.

Sin darme cuenta, me descubrí saliendo de mi escondite entre las sombras y acercándome a ella. Un instante después me sentí estúpido; no la conocía.

−¿Quién sois? –pregunté al fin.

Por toda respuesta ella, descubrió su rostro quitándose la capucha.

−¿Y vos?

No pude contestarle. Su mirada y sus dorados cabellos me deslumbraron. Los ojos reflejaban todos los tonos azules del mar al mismo tiempo. Sus mechones parecían brillar más que la luna llena y las estrellas de aquella noche. Su piel era blanquísima y tenía unos rasgos tan perfectos que pensé que no había conocido la belleza hasta aquel momento.

−Me llamo Juan –acerté a contestar−. Soy el nuevo señor de estas tierras, conde de estos valles del Reino de Navarra.

Ella sonrió y se quitó la capa. Su vestido dorado pareció iluminarse como la llama del farol.

−¿Habéis venido por el mensaje?

−He de reconocer que sí −contesté−. Aunque no esperaba encontrarme con alguien como vos.

Ella sonrió de nuevo. Una sonrisa cálida y luminosa. ¿O era fría y lúgubre? Por un momento dudé si sería un ser divino o una hija de Satanás.

Charlamos toda la noche. Me hechizó, lo reconozco. Me enamoré de ella locamente.

−Se hace tarde –me dijo cuando los primeros rayos del sol apuntaban sobre las copas de los árboles.

−¿Cuándo volveré a veros? Decidme, al menos, vuestro nombre.

Se acercó a mí. Sus ojos, su pelo, aquellos labios perfectos… Me dejé llevar por la pasión y, justo después de que susurrará: <<Beatriz...>>, la besé.

No encontré la cálida sensación que esperaba. Fue como besar la brisa fría de la noche. Acaricié su pelo, sus manos. Aire frío; nada.

Caminó hacia la espesura del bosque y una extraña niebla la ocultó a mis ojos.

Beatriz de Navarra fue la hija bastarda del rey de Navarra, pero eso aconteció hace muchísimos años. Me lo contó un viejo sirviente al llegar al castillo: ‹‹era tan bella que muchos hombres la querían por esposa. Tenía amantes por doquier y solía verlos a medianoche, en el claro del bosque cercano a este castillo. Nunca amó de verdad. Solo disfrutaba del poder seducir a todo el que se le antojara. Era tan vanidosa que escribió en un árbol del claro: “Aquí, a medianoche”, y dejaba un brazalete con sus iniciales para que os hombres que acudieran a su llamada.

>>Un día, la princesa, su hermanastra, se enteró de que su marido había caído a los encantos de Beatriz. Muerta de celos, llevó a cabo un plan horrible: se presentó a media noche en el claro y asesinó a su hermana a cuchilladas. Antes de morir, Beatriz balbució: “Siempre seré más hermosa que tú y podré seducir a tantos hombres como quiera, incluso después de muerta”.

>>Se dice que su espíritu vuelve al bosque en las noches de luna llena, y que aguarda junto al árbol la llegada de algún caballero al que hechizar con su belleza.

Pálido como un muerto, me retiré a mis aposentos, pero no pude dormir. El brazalete descansaba sobre la mesa, recordándome lo sucedido. Cerré los ojos unos instantes, pero un fuerte ruido me obligó a abrirlos de nuevo. La contraventana de madera se había abierto por la fuerza del viento, que ululaba sobre las paredes del castillo. Me levanté a cerrarla. Después dirigí la mirada hacia la mesa: el brazalete había desaparecido.

¿Acaso no había notado una sonrisa de triunfo y burla en el gesto de Beatriz cuando la besé?

¿Quién será el próximo al que hechizará desde ultratumba?