XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

La cúspide de
la evolución 

Gonzalo Vidal, 15 años

Colegio Tabladilla (Sevilla)

En Cádiz, la cúspide de la evolución humana paseaba de noche por una calle abarrotada. Pero hacía falta algo más que ruidos para distraer a aquel larguirucho y desaliñado joven, que mientras avanzaba procesaba cientos de datos y hacía predicciones:

<<Quince grados centígrados y clima húmedo; mañana lloverá. Me cruzo con cinco adolescentes. Me cruzo con veinticuatro obreros a los que han despedido recientemente. Me cruzo con un bancario deprimido. Me cruzo con un banquero divorciado. Me cruzo con tres limpiadoras…>>. 

Se oyeron unos gritos a lo lejos. Pablo se acercó al origen del tumulto. Dos hombres discutían en un bar repujado en paneles de madera e iluminado con velas, en un intento de crear una atmósfera acogedora. Uno de ellos le había derramado la bebida al otro y, por efecto dominó, se habían creado dos bandos entre los clientes. Algunos obreros, como los que Pablo había visto antes, miraban furiosos al grupo que tenían enfrente. Una gota de sudor resbaló por el rostro de uno de ellos hasta su quijada, y de ahí al suelo.

<<Aquel tose. Motivo: un catarro común. Ese otro tiene la raíz de uña de color negro, signo de un cáncer de piel en estado inicial, con alta probabilidad de sobrevivir si visita pronto al médico. Seis de los del primer grupo presentan signos de estar ebrios. Pelea inminente. Mala idea para llevar a cabo en un bar plagado de velas valoradas en veintiséis céntimos cada unidad>>.

Pabló se sentó en una mesa, dispuesto a estudiar el curso de los acontecimientos. Uno de los clientes habló en ruso con su camarada. Naturalmente, el joven entendía ese idioma. Y no había dicho nada bueno. Uno de los del otro grupo, que aún no había abierto la boca, se acercó al líder de sus enemigos y le propinó un puñetazo en la mandíbula.

<<Desencajada; es necesario que alguien con experiencia, como yo, se la recoloque y le aplique un vendaje en la zona>>.

Un vendaval de gritos y golpes sacudía el bar mientras Pablo tomaba nota:

<<Contusión grave; frío y reposo. Costilla rota; le dejará hematomas. Traumatismo cerebral leve con pérdida de conciencia. Aquel demuestra haber adquirido entrenamiento de autodefensa y ataque. Ganarán los de ese grupo, a pesar de la navaja que lleva oculta uno de los otros>>.

Voló una silla, seguida por una mesa y, en un abrir y cerrar de ojos, las velas empezaron a surcar el aire.

<<No fue la mejor decisión del dueño del bar colocarlas a modo de decoración. Una de ellas ha caído al lado de una cortina de tela barata. Va a haber un incendio. Es necesaria una evacuación del local. Tiempo hasta que sea imposible que salgan ilesos: cinco minutos>>.

Sin embargo, y a pesar de conocer el peligro, Pablo no se movió. Los datos eran más importantes para él que la acción. Y tal y como había previsto, el fuego alcanzó la cortina, y de ahí pasó a una mesa cercana. Algunos clientes salieron corriendo del local, otros intentaron avisar a sus compañeros, de los cuales varios yacían en el suelo, inconscientes. El resto siguió concentrado en la pelea. 

<<Cuatro fuera de combate. Los bomberos llegarán pronto, pero llegarán tarde>>.

Las llamas engullían el estante de las bebidas. Las mesas rodeaban a Pablo con un brillo terrible.

<<El humo está afectando a los que permanecen en el local. Alguien debería decirles que se peguen al suelo, donde los gases les afectarán con menos intensidad. Suenan ya las sirenas. Solo un camión de bomberos no será suficiente para apagar el fuego a tiempo. Qué desastre>>.

Pablo comenzó a sentir un calor desmedido en la piel.

<<Balance total: siete heridos leves, dos graves y tres fallecidos… incluyéndome a mí>>.

La realidad golpeó con fuerza a la computadora humana: iba a morir. Con un grito de terror apagó las llamas de su manga y buscó la salida, pero estaba bloqueada por una viga. El incendio le envolvía. Pablo procesó por última vez:

<<Sesenta grados: hipertermia inminente… Defunción inminente>>.

Mirando al techo, la cúspide de la evolución humana expiró rodeado de brillantes llamas, asesinado por sus propios pensamientos.