XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

La fiesta

María Rodríguez Cartón, 15 años

                Colegio Orvalle (Madrid)  

Su corazón empezó a palpitar desenfrenado cuando él le tendió la mano, mientras formulaba una pregunta mirándole fijamente a los ojos:

—¿Bailamos?

Durante unos momentos se mostró indecisa; por su mente corrieron distintos pensamientos:

«¿Me levanto o se lo niego?... ¿Y si me caigo o, peor, y si le piso?... ¿Y si después no me vuelve a hablar, desengañado por mi falta de ritmo?...».

Al final, animada por un incontrolado impulso se puso en pie y se dejó llevar al centro de la pista. Ninguno de los dos dejó de mirar al otro a los ojos.

Durante la pieza, inconscientemente, ella fue trazando en su cabeza cómo sería una vida al lado de aquel chico, que ya había visto en otras ocasiones. Mientras bailaban con las manos entrelazadas sentía cómo él le transmitía el mismo sentimiento que a ella le estaba embargando. Parecía ser mutuo.

El resto de la fiesta hablaron sobre sus sueños, trataron de describir sus personalidades, compartieron confidencias, compartieron aventuras y opiniones. Y volvieron a bailar, una vez y otra.

Él percibió que ella tenía un espíritu dominante y una voluntad férrea. Ella captó en él que era un chico sencillo, tímido, con sentimientos difíciles de descifrar. Ella tenía una mente abierta, mientras que él había sido educado de una forma más tradicional.

Cuando la noche acabó se dieron cuenta de que no estaban hechos el uno para el otro. Con un halo de tristeza, se dijeron adiós. En ese instante todas las esperanzas se disolvieron en el aire. Ella pensó que aquel muchacho era uno más, un conocido para almacenar en la memoria.