IV Edición

Curso 2007 - 2008

Alejandro Quintana

La fuerza de las lágrimas

Iñigo Doñabeitia, 16 años

               Colegio Vizcaya (Vizcaya)  

Cuándo nacemos lloramos como acto reflejo que abre nuestros pulmones para apresar la primera bocanada de oxigeno. Después no dudamos en calificar que llorar es una forma de expresar tristeza, melancolía, dolor, frustración o cualquier otro sentimiento negativo. Pero, ¿es realmente negativo llorar? Si fuese tan malo no sería lo primero que hacemos todos al nacer.

La sociedad vincula el llanto con debilidad, algo con lo que estoy en profundo desacuerdo porque lloramos para expresarnos, y como todo, llorar tiene por antitesis el reír, ejercicio que todos vemos positivo y que los médicos recomiendan. La risa es buena, nadie dice lo contrario: expresa alegría y felicidad, aunque también existen risas frías, tristes, calculadoras y siniestras, que nadie considera débiles sino todo lo contrario. También vemos como un acto de valentía reír ante la adversidad.

Llorar y reír son opuestos, antónimos. Si existe una risa siniestra, triste, y fría, debe existir una lágrima feliz y alegre. Y, de hecho, existe.

Llorar nos hace fuertes. Mientras la risa tiene un punto de locura, el llanto tiene un punto de reflexión. Reír nos hace felices, cierto, porque todos necesitamos estar un poco locos, pero llorar también nos hace felices, porque al soltar un torrente de lágrimas nuestro cerebro estalla en un frenesí imparable de pensamientos.