XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

La música del aula 190

Cecilia García Martí, 16 años

                  Colegio Vilavella (Valencia)  

Consultó su reloj; eran las tres de la mañana. Aún le faltaban unas cuantas calles antes de llegar a su destino.

Entró en los soportales de la plaza. Al fondo se alzaba la fachada del Conservatorio, en el que consiguió colarse desde la parte trasera del edificio. Todo estaba oscuro. Caminó hasta el aula 198. Sus zapatos mojados dejaban un pequeño reguero de agua a cada paso que daba, que se amplificaba con el ligero eco de los pasillos vacíos. Sacó una llave y abrió la puerta.

Tomó su violonchelo y afinó las cuerdas. Una vez comenzó el ensayo, se dejó llevar por una interminable sucesión de melodías. Quería conseguir que cada nota sonara perfecta, pues el examen para entrar en la orquesta estaba próximo. Aunque tenía muchas posibilidades de que le aceptaran, debería hacerlo mejor que Elena.

Trazó con el arco un movimiento casi imperceptible.

Algo hizo que volviera a la realidad. Un ruido hueco sonó por segunda vez, alimentando su curiosidad. Salió al pasillo y descubrió una luz al fondo.

Caminó hacia la luz, que provenía del aula 190. Un violonchelo empezó a tocar. Por la maestría con que lo manejaban, cayó en la cuenta de que se trataba de Elena; nadie tocaba con tanta sutileza. Tuvo claro que Elena ganaría la plaza.

Al día siguiente, cuando entró en la clase como un alumno más, su profesor le comunicó que Elena había abandonado su participación en el concurso: le habían robado el violonchelo la noche anterior.

Por una parte se alegró de haber perdido a su rival, pero sabía que no valía la pena ganar sin lucha por conseguir la plaza. Tuvo claro que la competición le exigía objetividad.