XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

La reliquia de los Hertza 

Julia Pedraza, 15 años

Colegio Tierrallana (Huelva)

El sonido de las panderetas retumbaba en sus oídos. Disfraces y máscaras aparecían constantemente ante sus ojos, sin saber quién se escondía detrás de ellas, mientras se levantaban nubes de albero al paso de los africanos. Se sentía desorientada y pérdida, pero no quería darse por vencida.

Sabía que era verde esmeralda, con una tonalidad que recordaba al azul turquesa, pero no tenía muy clara su forma. De repente divisó dos siluetas borrosas que venían a la carrera desde el horizonte. Eran ellos. ¡Venían a atraparla! Se apresuró a huir, pero sin olvidarse de su búsqueda.

–¡Ni se te ocurra moverte! –le amenazó uno de los dos hombres. 

El corazón le latía con fuerza cuando se mezcló entre la multitud del bazar. Aunque no sabía a ciencia cierta a dónde se dirigía, de nuevo se echó a correr, llevándose mantas, puestos y telas que se enredaban en sus botas. Tras unos minutos en los que intentó despistar a sus enemigos,  se topó con un estrecho callejón, al que se dirigió sin pensárselo dos veces. No sabía que no tenía salida.

Entendió que la iban a atrapar. Se sintió desolada por no haber encontrado la antigua reliquia de la dinastía Hertza, cuando los dos varones aparecieron por la boca del callejón.

No tenía la piedra, no tenía armas, estaba sola y sin ayuda… cuando, de improviso, un destello verde se reflejó en sus ojos. Pero era demasiado tarde. Aquellos hombres casi la habían alcanzado. 

–¡Alto! –chillaron al unísono. 

Solo tenía dos opciones: arriesgar su vida por la piedra o levantar las manos y rezar para qué no la disparasen.