XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

La simplicidad de
los momentos 

María Bartual, 16 años

Colegio IALE (Valencia)

Una de mis partes favoritas del año es el verano, pues me ofrece los mejores momentos para calmar la prisa a la que cotidianamente debo hacer frente, como cuando no encuentro tiempo para quedar con mis amigos o cuando, inconscientemente, me olvido de tomar un tiempo para mí misma.

El pasado verano acudí al cumpleaños de una amiga a la que no veía desde hacía una larga temporada. Ella me recibió como si no hubiera pasado el tiempo. Además, sus amigas, que no me conocían, me acogieron como si fuera una de ellas. Disfrutamos al charlar sobre distintos temas y nos contamos con confianza distintas vivencias. Hacía mucho que no me sentía tan feliz. Además, no nos hicieron falta el móvil ni la música. Nos bastábamos nosotras mismas.

Aquella tarde fue un punto de inflexión en mi vida, ya que mi perspectiva cambió y me di cuenta de que nos distrae una mezcla de ruidos, sobretodo cuando volvemos a la rutina. Son ruidos sonoros, pero también son reclamos sordos: luces, imágenes, modas, lugares, publicidad, compras… estímulos que no nos dejan pensar, pues nos obligan a vivir en una prisa continuada. Si los apagáramos comprenderíamos que nuestra vida se compone de una suma de momentos maravillosos que, sin embargo, muchas veces nos pasan desapercibidos. Nada es comparable a un buen rato con los amigos, a dedicar unas horas a leer, a salir de paseo cuando llueve o sentarse en un parque a disfrutar del sol. En vacaciones, además, parece que somos capaces de doblegar al tiempo para que los minutos pasen más despacio. Sin la presión de lo inmediato, podemos estirar el rato dedicado al desayuno, charlar sin prisas con nuestros padres y hermanos, contemplar la Naturaleza…

Cuando soy capaz de parar, comienzo a contemplar la vida. Entonces, respirar y reflexionar se convierten en una prioridad. Me encantaría que todos fuéramos conscientes de ello, pues estamos más pendientes de todos esos ruidos que de escuchar nuestro interior. Por eso debemos priorizar lo valioso y crucial de la vida, que casi siempre son cosas simples.