XVIII Edición
Curso 2021 - 2022
La víspera de Reyes
Pablo de la Lastra, 15 años
Colegio Tabladilla (Sevilla)
Las últimas Navidades repartí con mis amigos, en la víspera de la noche de Reyes, unos cuantos regalos en casas de familias sin recursos. Vestidos como "pajes reales", entregamos a los niños juguetes que antes había recogido y seleccionado una ONG de la que formo parte. Aquellas visitas me dejaron impactado, pues algunas familias nos contaron que no tenían agua corriente en el piso o que había días que solo hacían una comida de las tres a las que estamos acostumbrados. Unos padres nos dieron las gracias con insistencia, indicándonos que si no hubiese sido por nuestro proyecto, sus hijos se hubiesen quedado sin recibir ni un detalle en la fecha más importante del año para cualquier niño.
Aquel día me di cuenta de lo acostumbrado que estoy a muchas cosas: a tener la nevera llena, a disponer de una casa digna y de una familia unida que me quiere. Dice el refrán que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde, pero es mi caso no es así o, al menos, procuro que no sea así. Después de aquella experiencia trato de cuidar las cosas para que duren, no tirar los restos de comida que quedan en el plato, mejorar la convivencia con cada miembro de mi familia, no quejarme por tonterías... porque, ¿a cuánta gente le gustaría estar en mi lugar?
La experiencia también me hace ser más agradecido con mis padres, por haberme dado la vida y brindarme una buena educación y formación humana, así como poner a mi disposición tantos bienes materiales. Y más agradecido con Dios, claro. Tengo grabadas las palabras de un autor espiritual, que al considerar la Pasión de Jesús medita, en la tercera estación del Vía Crucis: <<Ya sabemos porque le pesa tanto su cruz (...) y lloramos nuestras miserias y también la ingratitud tremenda del corazón humano>>. Cuántas veces culpamos a Dios de las situaciones difíciles que nos suceden y, sin embargo, nos olvidamos de agradecerle tantas cosas buenas. Como dice el refrán, “el descontento por aquello de lo que carecemos, procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos”.
Uno no es más feliz por atesorar más. Las familias con las que compartimos aquella velada, a pesar de tantos problemas que sufren, parecían contentas. Sin embargo, cuánta gente rica es infeliz... Por eso, desde entonces, procuro colaborar en todo aquello que organiza la ONG, convencido de que para ayudar no es necesario esperar a viajar a un país subdesarrollado.
Aquella víspera de Reyes me ha hecho entender la razón de ser de las celebraciones, a festejarlas con algún regalo (tangible o intangible), a encontrarme en la satisfacción de los demás, pues cuando nos damos a los otros nos hacemos mejores personas. La generosidad nos ayuda a realizarnos, y es en la autorrealización donde se esconde la felicidad.