XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

Lecciones del pasado 

Javier Monmeneu, 16 años

Colegio El Vedat (Valencia)

Hay frases que se han convertido en patrimonio de la humanidad, porque su contenido es aplicable a cualquier época. Es el caso de la famosa sentencia del filósofo y poeta español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana: <<Quien no recuerda su Historia, está condenado a repetirla>>. Son palabras que conmueven al visitante del antiguo campo de concentración alemán en Auschwitz (Polonia), donde el invasor alemán –es decir, el ejército de un régimen político– volcó todo el odio de su ideología contra el pueblo judío y otras minorías. Por tanto, según Ruiz de Santayana, ante el horror que parece imposible que vuelva a suceder, cabe la posibilidad –si decidimos olvidar el pasado– de que se repita incluso perfeccionado en su maldad.

En muchos casos, es la ambición ilegítima de un gobernante la que lleva a situaciones tan horribles como la Shoah. Su capacidad para convencer o la sutileza con la que utiliza el terror, puede guiar a toda una sociedad hacia un odio generalizado que provoca guerras, enfrentamientos o la segregación y persecución de determinados grupos humanos. Esta horrible situación se repite a lo largo de la Historia en diversas formas, desde guerras civiles a invasiones de países, de persecuciones a toda clase de atropellos. Por eso no debemos olvidar la importancia que tiene la educación, que si bien nos recuerda nuestro pasado, también nos da una serie de pistas para saber qué no debemos hacer con nuestro futuro.

Lejos de lo que pueda parecer, aprender no es solo acumular una serie de conocimientos para optar a un buen puesto de trabajo. La formación intelectual también aporta –o por lo menos, debería hacerlo– sentido crítico, que es una capacidad fundamental para vislumbrar lo que nos hace daño y lo que aumenta nuestra libertad, así como lo que es cierto de lo que no, pues la ignorancia es, en la mayoría de los casos, la causa de los conflictos. No en vano, los nazis justificaron la invasión a Polonia con una mentira, ocultando su meta destructiva que costó la vida a millones de inocentes a causa de los intereses retorcidos de unos pocos, respaldados por una sociedad engañada a causa del desconocimiento y la carencia de sentido crítico.

Me reconforta pensar que la facilidad de nuestra generación para acceder a la información y al estudio, nos facilita reconocer nuestros errores para corregir las tropelías que cometieron generaciones pasadas. Como señaló el empresario indio Gurbaksh Chahal, <<He aprendido que las mejores lecciones vinieron de mis mayores errores>>. En definitiva, si queremos progresar como sociedad, debemos asimilar que la ciencia de la Historia es, al fin y al cabo, la clave para construir nuestro futuro.