XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

Lo que esconde la excelencia

Julia Nieto, 17 años 

                                                    Colegio Zalima (Córdoba)  

Al finalizar mi etapa de Educación Secundaria decidí cambiarme de instituto. El cambio no estuvo motivado por ninguna razón especial; después de trece años en un mismo colegio, necesitaba cambiar de aires, conocer nuevas personas, nuevas formas de ver la vida.

De mi primer día de clase en mi nuevo instituto, lo que recuerdo con mayor claridad son las palabras con las que se presentó nuestra profesora de Lengua: «Vengo a por la excelencia, a sacar de vosotras la mejor versión de vosotras mismas».

«Excelencia». Era la primera vez que esa palabra aparecía en mi vida, para acabar haciéndose compañera habitual de mi día a día. «Excelencia». En aquel momento, yo solo sabía sacar su relación con «excelente» —por lo que más o menos me hacía una idea de por dónde iba nuestra profesora—, pero no imaginaba ni por un segundo los diferentes significados que adoptaría para mí.

Días más tarde nos hablaron del proyecto literario en el que participaba nuestro instituto que —como no podía ser de otra forma— llevaba la palabra “excelencia” por bandera. En mi pensamiento se abrió una ventana a la imaginación y a la escritura, ventana que había estado entreabierta durante muchos años (pero solo durante mi tiempo libre, de modo que el fruto de mis primeras creaciones no había tenido otro lector que el polvo del último cajón de mi escritorio).

Excelencia Literaria me hizo descubrir que no había motivos para seguir escondiendo mis textos. Así, con frecuencia me encontraba buscando ideas con las que componer un relato, algo sobre lo que dar mi opinión, diferentes historias que llegaran a alguien que me leyese y entendiese mi pasión por escribir.

Excelencia, excelencia. La mejor versión de uno mismo, el esfuerzo diario y el compromiso más sincero: el que cada uno tiene consigo mismo.

Ahora que se acaba la etapa que con tanta emoción empecé hace ya casi dos años, quiero dar las gracias a todos los que me han enseñado a vivir la excelencia, pues me han regalado una nueva forma de entender mi existir. Gracias también por haber despertado en mí una vocación dormida que, sin lugar a dudas, formará parte de mi futuro.