XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Lo que nos une

Andrea Fariña, 16 años

                 Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)  

Los hombres parecemos muy distintos entre nosotros. Diferentes razas, religiones, formas de pensar, costumbres, idiomas…. Unos usamos el euro, otros el dólar o innumerables monedas locales. Unos conducimos por la derecha, otros por la izquierda y otros ni siquiera conducen. A unos les gusta el fútbol, a otros el tenis y otros juegan a deportes sólo conocidos en su región. Unos son de radio, otros prefieren la tele y otros desconocen la existencia de estos dos aparatos.

Cada característica parece hacernos distintos e independientes los unos de los otros, pero lo cierto es que cuando nos conocemos de cerca, cuando dos personas entran en contacto, son más las semejanzas que percibimos que aquello que pudiera separarnos. No en vano, todos los humanos, por el hecho de serlo, tenemos la misma dignidad y sentimos las mismas necesidades.

Eso sí, cada individuo es especial y diferente; único. Pero me gustaría hacer reflexionar acerca de que detrás de prejuicios como el racismo está la falta de conocimiento y de interacción con el prójimo.

No puedo evitar pensar en la competición de la Copa de Europa de judo a la que asistí este fin de semana.

El pabellón estaba abarrotado y había jóvenes de muchos países: España, Francia, Reino Unido, Croacia, Finlandia, Dinamarca, Noruega, Italia, Portugal, Eslovaquia, Polonia, República Checa e, incluso, Israel. Se oían diferentes idiomas dependiendo de por dónde pasaras. Me asombró cómo un deporte puede reunir a personas con características tan diferentes, o eso me pareció en un primer momento.

A medida que transcurrió la jornada, observé que los diferentes competidores compartían muchas cosas. No sólo el judo, sino la ilusión por ganar. Unos y otros charlaban animadamente con sus amigos y alentaban a sus compañeros.

Fue poco antes de que acabara el evento cuando entablé conversación con Thea, una noruega de mi edad. Me contó cómo es la vida en su pueblo, lo que hace en su día a día… Salvo la nieve y las horas de luz, su rutina es similar a la mía (por supuesto, no que en verano se bañe en el mar rodeada de hielo…).

Gracias a la Copa he aprendido que antes de juzgar a las personas por lo externo, debemos conocerlas, pues somos más parecidos de lo que creemos, lo que hace que podamos comprendernos con mayor facilidad.

Eso sí, si alguna vez planeo un viaje a Noruega, debo evitar los meses de invierno.