XVI Edición

Curso 2019 - 2020

Alejandro Quintana

Lo que sucede
mientras duermes

Adriana Caro, 16 años

Colegio Grazalema (Cádiz)

Pablo pensó que si le contaba a Camila lo que acababa de presenciar, ella no volvería a dormirse el resto del trayecto. Sospecharía que su marido podía tener prejuicios sobre su país. Y es que Pablo acababa de ver, a poca distancia de la ventanilla, cómo un camionero disparaba a otro hombre.

Camila y Pablo, médicos, se conocieron mientras hacían la residencia en un reconocido hospital de Barcelona. Unos meses después encontraron una iglesia, donde se se casaron. Poco después decidieron trasladarse a Colombia.

Camila convenció a Pablo para viajar a su país. Como quería que él se sintiese seguro, se establecieron en Bogotá y no solían desplazarse a los departamentos a los que ella viajó en su infancia.

Pero ese año era especial, ya que el padre de Camila cumplía setenta y cinco años. Al haber superado dos ataques al corazón, era una cifra importante que merecía la pena celebrar. 

Viajaban en un autobús que habían alquilado en Bogotáá, con doce plazas, que los llevaría a la casa de Guaduas dónde les esperaba la familia. Ella se había quedado dormida mientras veía una película en el televisor que traía el propio vehículo. Pero él no quería desperdiciar la oportunidad de contemplar la naturaleza de aquellos parajes, de una belleza completamente diferente a la que estaba acostumbrado. Observaba los cerros y los extensos bosques que rodeaban la carretera. También se sentía atraído por los niños descalzos que correteaban por los pueblos y por los guacamayos que surcaban el cielo.

En esas semanas de agosto era imposible salir de la capital sin quedar atrapado en el tráfico. El calor húmedo al que Pablo no era capaz de acostumbrarse, le daba la sensación de que no llegarían nunca. Pero frenaron con un movimiento brusco, pues había volcado un camión. El conductor y un individuo comenzaron a gritabarse el uno al otro. Aquel sacó una pistola del bolsillo de atrás de su pantalón y disparó.

Pablo, sobresaltado, miró a Camila. Ella dormía, ajena a todo lo sucedido.