XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

Los frutos del silencio 

Marta Gabriela Tudela, 17 años

                  Colegio Sierra Blanca (Málaga)  

Ruido, ruido… Nos rodea el ruido desde que nos levantamos hasta que el sol cae. Coches que pasan, un nuevo mensaje en el móvil, anuncios de radio y televisión… Son incontables los elementos que componen ese alboroto que nos acompañará durante todo el día, como si se trataran de las notas de una inacabable melodía de fondo.

Hay tanto ruido que quizás nos pasa inadvertido, pues estamos acostumbrados a él. Pero lo cierto es que su ausencia significaría para muchos una catástrofe. ¿Cómo sería nuestra vida sin una cadena de radio sintonizada cuando viajamos en coche, sin la música de un mp3 cuando hacemos deporte, sin un televisor encendido mientras comemos?

Sin ruido, por increíble que parezca, nos sentiríamos extraños. Por eso deberíamos plantearnos por qué huimos, casi sin darnos cuenta, de algo tan necesario como el silencio, fundamental para que podamos pensar, sin ir más lejos.

¿Por qué le tenemos miedo al silencio, a la soledad? Quizás nos asuste enfrentarnos a nosotros mismos. Quizás ahí se encierre la razón que nos impulsa a ponernos los auriculares nada más salir de casa, o a ver vídeos a través del teléfono móvil en cuanto tenemos un hueco libre. Reflexionar, contemplar, imaginar, idear… son capacidades de las que el ruido nos impide sacar fruto.

Sabemos de nuestra capacidad para reflexionar sobre cualquier acontecimiento, desde nuestros propios actos hasta lo que ocurre en el otro extremo del mundo. Pero hemos decidido escapar de esos instantes de “mute”, para continuar sumergidos en la marea del ruido.

Hace unos días se me estropearon los auriculares mientras iba en el autobús, así que no pude seguir escuchando mi lista de música. Ante esta eventualidad, decidí aprovechar el trayecto para planificar mejor mis tareas de la semana. En un principio pensé que aquel contratiempo no tendría mayor repercusión, pero me equivoqué. Este artículo es fruto de esos minutos de relativo silencio.

Y al igual que en aquella ocasión, puede que hoy tenga que hacer frente a algún silencioso momento. Podré optar entre evitarlo y plantarle cara. Si decido lo primero, nada cambiará. Con lo segundo, sé que volveré a sentirme viva.