XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

Luz verde 

Teresa Franco, 17 años

Colegio Senara (Madrid)

Sonriente, me miró por el espejo retrovisor.

–Dime, ¿vuelves a casa o vas a salir? 

Sorprendida por la pregunta –me pilló distraída– respondí torpemente:

–Vuelvo.

Eran las diez y media de la noche de un viernes. Como hacía mucho frío, opté por un taxi para regresar a casa después de pasar la tarde con mis amigos.       

–Con lo joven que eres, ¿no te parece temprano para recogerte?

Con un suspiro respondí:

–Es que estoy en segundo de bachillerato. Voy a empezar exámenes y mañana me toca madrugar.

El joven taxista estalló en una carcajada.

–Algo así sospechaba…–dijo, buscándome de nuevo por el retrovisor–. Los de primero de carrera suelen estar mucho más relajados a estas alturas del curso.

Con una sonrisa le di la razón.

–Y tú– volvió a la carga–, ¿qué quieres estudiar?

La conversación continuó divertida y relajada, como si estuviese hablando con un amigo. Sin darme cuenta, llegué a mi destino.

–Muchísimas gracias –me despedí al bajarme.

–Muchísimo ánimo –me contestó con un guiño.

Ya en casa recapacité: durante el trayecto no había consultado el teléfono móvil: no había abierto Instagram, ni Tiktok, excusas fáciles para ignorar el silencio incómodo que suele formarse entre chófer y pasajero. Todo lo contrario, había estado entretenida, hablando y riendo con aquel conductor. ¿Hacía cuánto que no encontraba un taxista tan cercano y amable? 

Se me había olvidado lo agradable que puede llegar a ser el interés desinteresado, sincero, de una persona. El viaje, que debió durar quince o veinte minutos, lo sentí como un instante y su actitud me ha llevado a suponer a cuántos otros clientes les habrá arrancado una sonrisa. 

Sin duda, ese encuentro inesperado va a formar parte de mi memoria.