XIII Edición

Curso 2016 - 2017

Alejandro Quintana

¿Machismo o educación? 

Camino Yanguas, 15 años  

                 Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)  

El otro día, cuando iba en el autobús, vi a una chica que se bajaba a la vez que otro hombre y él le cedió el paso. La chica se giró y le dijo: «Igualdad de género, ¿no?». El señor no se esperaba esa respuesta y se quedó sorprendido.

Eso me hace plantearme si no estaremos sacando de contexto algunos actos pequeños que facilitan la convivencia. El motivo por el que realizamos estos gestos de urbanidad no es otro que la muestra de consideración hacia los demás, aunque haya gente que piense que de esta forma le están llamando débil.

Hace tiempo me encontré en mi portal a una señora que venía cargada de bolsas. Ella se cruzó con un vecino que, en ese momento, salía del edificio. Cuando él se dio cuenta de que a ella le vendría bien una ayuda para abrir la puerta, volvió sobre sus pasos y se la sostuvo para que pudiera pasar. Ante ese gesto, la señora sonrió y se lo agradeció. Me pregunto si, acaso, hay algo de malo en ello.

Si me pongo en la situación de la chica del autobús y alguien —en este caso, un hombre— me cediera el paso, le estaría agradecida. Como lo estaría si me lo hubiera cedido otra mujer.

Hablando el otro día con un señor sobre este tema, me contó que ya no sabía cómo actuar: si le cedía el paso a una chica, ella le llamaba machista; si no se lo cedía, le llamaba maleducado. ¿Y qué ocurre con los hombres que abren la puerta del coche a una mujer? ¿Significa eso que la consideran dependiente —y por lo tanto, ella podría verlo como un insulto— o simplemente se trata de otro gesto de cortesía?

Muchas mujeres se sienten halagadas al ver que los hombres —y no solo los hombres, sino cualquier persona— las tratan con respeto e intentan ser amables. Al igual que cada uno de nosotros quiere que los demás se sientan bien ante un detalle mínimo de deferencia.