XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Más allá de la fotografía

Berta Cervilla, 16 años

                 Colegio Monaita (Granada)  

Sus pies descalzos dejaban surcos sobre la arena mientras la espuma de las olas rozaba sus dedos y el sol le tostaba su blanca piel. Había ido hasta aquella pequeña isla de Filipinas con la excusa de hacer un curso de fotografía. Su cámara de alta definición era una parte más de Elena. Desde pequeña había soñado viajar a algún lugar exótico como aquel para tomar unas instantáneas. Su sueño se había hecho por fin realidad pero, a pesar de ello, notaba un vacío en su interior.

Agitó la cabeza, como intentando sacudirse aquella sensación y se dirigió al hotel donde se hospedaba.

Una vez en su habitación, se cambió de ropa y tomó su Nikon. Tras dirigir una rápida ojeada a su imagen en el espejo, salió de la estancia. Mario, el joven que impartía el curso de fotografía a turistas, le había pedido a ella y a unos cuantos más asistir a un popular acontecimiento que tendría lugar en la playa al anochecer.

Elena consiguió llegar a tiempo a la zona de la cala donde se había situado un reducido grupo de personas. Hablaban y reían mientras sostenían unos curiosos farolillos de papel. Se situó junto a sus compañeros de clase y encendió la cámara.

Un hombre de mediana edad dedicó un emotivo discurso a la familia, la esperanza y el amor entre hermanos. Elena tuvo que morderse el labio para contener las lágrimas. No era solo la ambientación del lugar, iluminado tenuemente por las luces de las velas, sino la hilera de recuerdos que pasaban por su mente.

Recordó cuando apenas se despidió de su padre; cuando cogió el teléfono y escuchó aquella voz que le daba la mala noticia; cuando lanzó al suelo el jarrón que tanto le gustaba a su madre; cuando discutía con su hermana pequeña mientras su madre lloraba; cuando hizo la maleta; cuando llegó, sola, al aeropuerto, decidida a dejar atrás tantos problemas.

Un rato después, su corazón se inundó de alegría al ver la felicidad con la que los presentes lanzaban los farolillos al cielo estrellado.

-¿Estás lista?- le preguntó una voz a su lado.

Al girarse se topó con los alegres ojos verdes de Mario.

-Claro- dijo ella, sonriendo, mientras retenía el bonito espectáculo por primera vez en su retina, en lugar de en la tarjeta de memoria fotográfica.

Al día siguiente tomaría el vuelo hacia Madrid.