XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

Más allá del fin 

Óscar Sakaguchi, 17 años

Preparatoria de la Universidad Panamericana

(Ciudad de México, México)

El diecinueve de septiembre de 2085, la empresa privada SpaceZ lanzó el dron espacial UEZ (Universe ExplorerZ) desde la estación central de Marte. El objetivo de esta misión consistía en explorar los rincones más lejanos del Universo. 

El UEZ había sido diseñado con la capacidad de viajar a una velocidad poco menor a la de la luz, impulsado por la energía que recibía de las estrellas de cada galaxia. No iba a llevar tripulación. Donde quiera que estuviese, enviaría una memoria anual con los datos recogidos. Gracias al UEZ, durante ochenta y siete años la humanidad logró ampliar, de manera nunca antes imaginable, su conocimiento del cosmos. Además, colonizó nuevos planetas y aseguró la supervivencia de la especie cuando llegara el fin del sistema solar. 

Por desgracia, el proyecto terminó de súbito en 2173, tras recibir el reporte anual de la nave.

La primera anomalía surgió cuando los científicos analizaron la ubicación del dron: el informe señalaba que había permanecido inmóvil, en la misma posición, a lo largo de los últimos siete meses. Sorprendidos, buscaron las imágenes y los videos que el UEZ había capturado durante ese tiempo, que solo mostraban fondos en negro. Los trabajadores de la estación se asustaron, pues no eran capaces de descifrar el entorno en el que se había movido el UEZ. 

Durante los siguientes años, SpaceZ recibió los mismos reportes confusos, por lo que, en 2180 el comandante Javier Molina y la teniente Diana Soler fueron reclutados para tripular una nave con la que partir en busca del UEZ, con el fin de encontrar la causa de su avería y repararla a ser posible. 

Partieron el doce de octubre de 2182. Después del despegue, ambos entraron en las cápsulas de hibernación, donde permanecieron ochenta y dos años. Despertaron tres meses antes de llegar al objetivo. Esa última parte del viaje fue larga, pero su intriga por saber qué ocasionaba las rarezas del UEZ les fue suficiente para soportar, incluso, otros noventa años más en la soledad del Universo. 

Lo encontraron el cinco de febrero de 2264. Desde primera hora, Molina presintió que debía quedarse junto al radar de ubicación, dada la cercanía del UEZ. Soler se sentó tras él. Mientras el comandante descifraba coordenadas, ella reflexionaba acerca de las razones por las cuales el dron se había detenido. Cada opción que hallaba le resultaba ilógica. Soler tenía datos, estadísticas y un montón de planos en sus manos; los leyó con mucha atención una y otra vez, hasta que la llamó el comandante. Diana levantó la mirada y a través de la ventanilla vio al UEZ frente a ellos, parado y con las turbinas aún encendidas. Alrededor del dron, solo había oscuridad. 

El comandante y la teniente se colocaron los trajes espaciales y salieron a inspeccionarlo. Se dirigieron hacia las turbinas y comprobaron que funcionaban correctamente. <<Entonces ¿por qué no avanza?...>>,  se cuestionaron. Molina quedó sumergido en el desconcierto, incapaz de resolver el misterio. 

Mientras tanto, Soler siguió inspeccionando hasta toparse de frente con el vacío. No había estrellas ni cosa alguna que brillara; era todo un manto oscuro, como el fondo de una cueva. La teniente tuvo miedo, pero también se sintió atraída por aquel paisaje. Enganchó su traje al dron y flotó por la oscuridad. Molina vio que se alejaba y comenzó a gritarle por la radio. Pero Soler siguió avanzando, hasta que se detuvo al sentir una pared, la misma que mantenía estancado el UEZ. Era negra, o invisible, y por más que Diana hizo presión, no pudo traspasarla. Entonces volvió hacia el comandante. Se cruzaron las miradas, convencidos de que acababan de descubrir la causa de todo, aunque no la comprendían. 

Soler fue a regresar con el comandante cuando el UEZ comenzó a avanzar. El cable al que estaba enganchada tiró de ella. El dron traspasó la oscuridad llevándose a la teniente. 

La mujer dejó de escuchar a Molina por la radio. No veía nada. De pronto, brilló un punto diminuto. Poco a poco aquella luz se llenó de energía hasta brillar con intensidad. Y estalló. Lo que se concentraba en su interior se extendió sobre Soler, que lo presenció todo desde todas las posiciones: contempló lo plano, lo que tiene volumen y lo que está más allá; cruzó el espacio, luego el tiempo y después cada dimensión; vio cada momento y cada lugar; presenció el inicio y el final de todo. Había llegado a la cumbre de la existencia, allí donde reside el ser infinito, que no tiene forma. Se hallaba en todos lados y, de manera inefable, la observaba. Ella quiso verlo también, pero la presencia la cegó. 

Regresó de la oscuridad horas después. El comandante Molina la encontró inconsciente, vagando por la intemperie. 

Hasta hoy, SpaceZ intenta rastrearlos, pero ellos han preferido mantenerse ocultos en el espacio. No quieren aceptar lo que vivieron, no quieren contárselo a nadie. Tienen miedo de que la humanidad sepa qué hay más allá del fin. No deben revelarlo, pues el entendimiento absoluto de la existencia convertiría la vida en un sinsentido.