XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Merry Weihnachten

Eduardo Sanz Campoy, 16 años

                 Colegio Mulhacén (Granada)  

Durante la Nochebuena de 1914, en el Frente Occidental las tropas inglesas combatían a las alemanas. A pesar del frío, del barro y de las pésimas condiciones de las trincheras, los alemanes habían colocado unas luces para conmemorar el nacimiento de Jesucristo.

En medio de la desolación y el miedo, algunos soldados entonaron un villancico. Desde las trincheras inglesas una voz decidió unirse al canto popular.

No pasó mucho tiempo cuando un militar británico alzó los brazos y salió al descampado. Los alemanes dieron voz de alerta, tomaron sus armas y le apuntaron; era blanco seguro. Sin embargo, uno de los soldados alemanes informó de que el inglés llevaba un balón. Entonces se elevó una voz: el ejército alemán no dispararía si no lo hacía el británico. Llegados a aquella entente, comenzaron a ponerse en pie un soldado tras otro, de una y otra trinchera.

Apenas tardaron unos minutos en ponerse a jugar al fútbol. Aunque el suelo estaba helado y no había árbitro, respetaron las normas.

Durante un rato la guerra pasó a segundo término. No solo hubo tiempo para el balón pie: unos y otros se hicieron regalos como tabaco y alcohol. Además, se les había abierto la oportunidad de recuperar los cuerpos de sus compañeros caídos en combate para darles debida sepultura.

También sonó la música en aquella noche del final de diciembre. Los villancicos acompañaron el partido. Entre todos entonaron “Noche de paz”.

Aquellas horas de tregua se extendieron por otros lugares del frente. En algunas avanzadas, incluso, se alargó durante más de una semana. A fin de cuentas, unos y otros no eran tan diferentes como creían.