XVIII Edición

Curso 2021 - 2022

Alejandro Quintana

Mi futura oficina 

Claudia López de la Fuente, 14 años

Colegio Montesclaros (Madrid)

Mucha gente me dice que si estudio Literatura me voy a morir de hambre. Quizás tengan razón. Todos sabemos que es más productivo trabajar como informático, abogado, ingeniero o matemático. Parece que uno solo puede ganarse la vida si está empleado en una oficina.

Si acabara por estudiar otra disciplina más práctica y me dejasen elegir mi despacho, pediría una sala grande con un ventanal frente al escritorio. Desde allí podría ver los pájaros que vuelan por la ciudad y admirar los rayos del sol que alimentan la vida. Ese escenario haría mi sufrimiento más ameno. Me gustaría tener también un estante donde poner mis libros, a donde recurrirían mis ojos como escapada cuando me sobrepase el aburrimiento. No serán muchos títulos; los suficientes para que se me renueven las fuerzas antes de proseguir, sin distraerme, las funciones para las que me contrataron.

Pediría también una libreta en la que trazar pequeños dibujos cuando me venza el estrés, o para escribir unos versos entre gestión y gestión. Necesitaré una silla cómoda que me fuerce a permanecer sentada, atenta a aquellas tareas administrativas que no me apasionan. Cada mañana me encerraría entre esas cuatro paredes, sin hablar con nadie para aprovechar cada minuto con tal de ganar el dinero que me correspondiese. Que no se olviden que precisaré de la música a todo volumen para acallar el instinto que me anima a saltar, leer, dibujar, escribir, bailar y soñar.

Quizás dejaría por unos momentos la contabilidad para cerrar los ojos y soñar con una vida que me permitiese inventar y crear. Suena bien. Pensar en mi futura oficina no me agobia, pero me molesta que esta solo pueda destinarse a ejecutar trabajos con buenos sueldos y que me aburren. 

Puede ser que si estudio Literatura me muera de hambre, pero estoy dispuesta a asumir el riesgo.