XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Moda lingüística

Eduardo Sanz Campoy, 16 años

                 Colegio Mulhacén (Granada)  

Hacerse un “selfie” junto a una “celebrity” con un “look” muy “chic” para luego subirlo a tu “blog” y que lo vean todos tus “followers”, se ha convertido en un modo de hablar habitual para contar que nos hemos sacado una fotografía junto a una persona famosa vestida a la última moda y que esa imagen la hemos publicado en las redes sociales para compartirla con nuestros seguidores.

En la misma línea, ya no se juega al baloncesto sino al “basket”. Ya no se tiene jefe; se tiene un “manager” o un “coach”; y no se sale a correr, se hace “running”, etc. De igual modo, las gafas de pasta han dejado de ser viejas y feas para transformarse en algo “hipster” y “vintage”. Y aquellos pantalones anchos te dan mucho “flow” y un aire “swag”.

Este modo de expresarse llega a hacer incomprensible nuestro modo de hablar a alguien ajeno a las nuevas tendencias léxicas. Al parecer, si no lanzas en cada frase un par de palabras en otro idioma, no eres nadie. Pero, ¿todo vale con tal de ser “cool”? Lo ideal es que si existiera una palabra en español para describir el mismo concepto, se optara por el vocablo castellano, impongan lo que impongan las modas.

¿Pero a qué se debe esta corrupción lingüística? Podríamos culpar a las redes sociales, a la globalización e incluso a nuestro acelerado ritmo de vida, y aunque todas ellas tengan su parte de razón, no hay mayor culpable que nosotros mismos. Parece ser que, conforme pasa el tiempo, nos acostumbramos a la deformación de nuestro idioma.

Al sentarnos a ver la televisión, podríamos jugar a anotar todas las expresiones sustituibles que podemos encontrar en un breve bloque publicitario. Y es que, al margen de aquellas palabras nuevas que aún se pronuncian con el característico acento inglés, hay algunas de ellas tan comunes que han pasado a ser parte de nuestro idioma según nuestras reglas fonéticas. Así que el problema no radica en su reciente utilización sino en la normalización que han sufrido dichas expresiones.

Tampoco se trata de lanzarse a la caza indiscriminada de extranjerismos, sino de utilizar solo los necesarios, pues a veces su uso es inevitable y enriquece nuestra percepción del mundo. Como en todo, la virtud se encuentra en el término medio.