XX Edición
Curso 2023 - 2024
Momentos fugaces
Daniel Calero, 17 años
Colegio Iale (Valencia)
Todos los días de la semana tienen su aquel. Algunos se hacen eternos y otros pasan a una velocidad que parece que duren menos de lo habitual, sobre todo el sábado y el domingo, esos maravillosos fines de semana que sientan como un chocolate caliente en un día de invierno, como un templado baño reparador o como gloria bendita después de una semana cargada de deberes y exámenes. Unas fugaces horas en las que la rutina y la monotonía del cole desaparecen y cada uno elige libremente qué hacer.
En mi caso, lo que más me gusta es pasar tiempo con mi familia, sobre todo cuando nos sentamos a ver la Fórmula 1. Estamos tan enganchados que no podemos perdernos una sola carrera. El ruido de los motores nos regala maravillosos momentos cuando gana el piloto al que apoyamos y nos contagia las ganas de no ver ninguna carrera más cuando la pierde, pero en eso consiste el deporte. También disfruto mucho durante las tertulias cuando acaba la prueba, unas efusivas charlas donde unos y otros damos nuestro punto de vista, como si fuésemos los jefes de equipo dando órdenes a los pilotos o pudiéramos ilustrar los puntos clave en los que el equipo debería mejorar.
Han pasado tres meses desde la última carrera. Es sábado y me acabo de levantar. Todo huele de nuevo a los sábados de antes, al café de mi padre, al perfume de mi madre. Siento la calidez en un día frío desde el interior de nuestra casa, donde un rayo de sol se cuela en el salón por la persiana y se sienta en el sofá a esperarnos.
Toco la madera de la superficie de la mesa y noto una calma alegre, la tranquilidad de estar en familia. Comparto una mirada de complicidad con mi padre, que me transmite su emoción por la nueva carrera que está a punto de disputarse. Estos momentos se hacen eternos, pues están inundados por una suma de inquietud y entusiasmo, llenos de preguntas abiertas entre los tres.
Llega la hora. Nos sentamos, dispuestos a disfrutar del espectáculo de la Fórmula 1. Por fin todas nuestras dudas quedarán resueltas y se desvanecerá esta incertidumbre que nos ronda. Me recorre la espalda, de arriba abajo, una mezcla de nerviosismo y emoción en cuanto escucho el rugido de los motores esperando a que se agite la bandera.
¡Dichosos fines de semana! ¡Cuánto los disfrutamos! Pero de nuevo es lunes y toca volver a empezar. Mientras tanto, en el aire queda flotando el aroma del sábado.