XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Navidad

Carlota Sánchez Sánchez, 17 años

                  Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría)  

Muchos creen que la Navidad es la mejor época del año, y entre ellos me incluyo. Es tiempo de reencuentros y reuniones, de magia e ilusión, de alegría y esperanza. Las calles se engalanan con luces de colores y en ellas se escuchan villancicos al ritmo de panderetas y zambombas. La generosidad también agita en esta época los buenos corazones e incita a las personas a solidarizarse con los más necesitados porque es tiempo de compartir.

A pesar de todo esto, hay muchos que únicamente conciben estas fiestas como algo superficial en las que imperan el despilfarro y los excesos. Por ello, al comienzo de la Navidad tendríamos que pararnos a reflexionar y preguntarnos qué estamos celebrando, pues la razón de la fiesta va más allá de lo humano. De hecho, su único motivo es el nacimiento de Aquel que vino al mundo para salvarnos.

Leía en el periódico que el Papa Francisco, tras el rezo del Ángelus, pidió encarecidamente a los fieles que en la plaza de San Pedro se congregaban por una Navidad libre de “mundanidad”, es decir, fundamentada en el amor al prójimo y no en las cosas pasajeras e intrascendentes que acaban por marchitarse y que no son capaces de llenarnos de forma plena. Este mensaje del Santo Padre me hizo buscar los posibles motivos de su petición.

Deberíamos esforzarnos por conservar la verdadera esencia de la Navidad, ésa que despierta nuestro lado más familiar y generoso, y hace posible que comencemos cada año con ilusión y buenos propósitos, basados en el firme deseo de mejorar.