IV Edición

Curso 2007 - 2008

Alejandro Quintana

¿Nos volveremos a ver?

Sara Mehrgut, 16 años

                  Colegio Alcazarén (Valladolid)  

Hacía mucho calor. El anciano conducía el automóvil. Sólo quedaban dos horas para llegar a la playa. Paró en una estación de servicio a tomarse un café bien cargado.

-¿Benavides? ¿David Benavides?

El pulso le falló y derramó media taza cuando una mano huesuda le golpeó el hombro. Se giró y afirmó, extrañado. No reconocía ese rostro ajado.

-¡Hombre, Benavides! ¿No sabes quién soy? Antonio Marañón...

-¿Toño? ¡Madre mía! Si no nos hemos visto desde la escuela. ¿Qué es de tu vida? ¿A donde te diriges? Siéntate, amigo -le propuso sorprendido.

-Un segundo…-Toño miró hacia abajo y se fijó en el niño que se aferraba a la pierna de su antiguo compañero.

-¿Eres abuelo? ¡Hola pequeño!

El chiquillo se escondió un poco más.

-Sí. Me casé en el cincuenta y ocho. Discúlpame, voy a llevar a mi nieto al servicio. Ahora compartimos tú y yo un café.

El viejo arrancó unas servilletas de papel y empezó a secar las salpicaduras de la mesa mientras se alejaba su amigo con el pequeño en brazos. Su mente volaba fuera de la cafetería atravesando las autopistas. Se detuvo en un pequeño pueblo castellano. Su añorada juventud junto a Juan, Álvaro, García y Toño.

Toño le volvió a coger desprevenido y la taza estuvo apunto de resbalársele.

-Voy a un parque temático con mis nietos y mi señora –le informó señalando a cuatro párvulos que rodeaban a su abuela-. ¿Te casaste? ¿A qué te has dedicado?

-No, no me casé. ¿Te acuerdas de Álvaro? El sí se casó, con Carmen…

-¿Con Carmen?-le interrumpió riéndose-. Nunca lo hubiera creído…

-Sí. Juntos terminamos económicas y fundamos una empresa de aceites. Todo nos ha ido muy bien. La compañía está ahora en manos de sus hijos y yo he decidido visitar la playa.

-Siempre por libre…-sonrieron con complicidad-. ¡Acompáñanos! Solo será un día y luego podrás perderte en la costa.

David titubeó. No quería ser una carga.

-¡Ven! Aun tenemos mucho que hablar, no me conformo con un simple resumen.

-Bien, iré.

La playa tendría que esperar un día, lo que no sería ningún sacrificio ¿Quién diría que aquellos viejos amigos se volverían a encontrar? Había descubierto un tesoro que creía olvidado.