XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Nueva construcción

Pablo Castilla, 16 años

                  Colegio Altocastillo (Jaén)  

Era un bosque cercano a una gran ciudad. Las hojas jugaban libremente, formando un estallido de color en el suelo. Los pájaros se posaban en las copas de los árboles, que parecían tocar el cielo. Más abajo, los animales jugaban al escondite; siempre ganaban los zorros, tan astutos para correr como para esconderse: toda una vida zafándose de los cazadores tenía sus ventajas.

Un día, nada más acabar el juego, fueron todos juntos al manantial para refrescarse. Al llegar se encontraron con un cartel en el que aparecía una familia feliz en el jardín de una casa. No le dieron mucha importancia. <<Cosas de los hombres>>, dijeron.

Días más tarde notaron la ausencia de algunos árboles en la parte más bella del lugar, donde confluían los arroyos. Consideraron extraño que alguien quisiera llevarse aquellos árboles, por lo que se propusieron descubrir qué estaba pasando. Organizaron turnos de vigilancia por las noches, ya que todos esos cambios no estaban ocurriendo a la luz del sol.

Apareció un hombre que dejó unos apetitosos alimentos cerca del manantial. Los cuervos, ávidos como de costumbre, llegaron los primeros y se llevaron todas las existencias. Ya no se les volvió a ver con vida.

Cada vez quedaban menos animales en el bosque. Toby, un perro que había huido de su hogar después de que lo maltrataran, y se había refugiado en el bosque, era el único que podía escuchar y entender lo que hablaban las personas. Mientras roía un hueso junto a la vieja encina, vio de lejos a dos hombres. Se acercó a ellos para escuchar su conversación:

—En unos seis meses, todos los bichos habrán desaparecido y por fin obtendremos la licencia de construcción. Vamos a hacer las casas más lujosas de toda la ciudad. ¡Beneficios seguros!

—¿Por qué estás tan convencido de que los animales se irán?

—Lo tengo medido al detalle. Lo llamo “muerte silenciosa”: unos alimentos tóxicos y una tala de árboles pequeña, realizada semana a semana. Así nos cubrimos las espaldas de ser denunciados, a la vez que obtenemos este preciado terreno.

- ¡Magnífico!

No hicieron falta ni seis meses para que se libraran de la fauna del bosque. Todos los ejemplares huyeron o murieron.

Poco después empezó la construcción de la urbanización.

No sería el único espacio verde que se pierde por las ansias de levantar edificios sin control, mientras cientos de viviendas siguen vacías.