XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

Ojos azules

Beatriz Silva, 12 años

                 Colegio Vilavella (Valencia)  

En la vegetación, oculto tras unas lianas, un joven de color chocolate observaba con infinita atención cómo torturaban a sus seres queridos. A cada golpe que les daban, arrugaba la cara en una mueca de tristeza acompañada por un gemido.

-Os voy a liberar –susurró-, aunque para ello tenga que dar mi propia vida.

Con el corazón en un puño, retornó el camino hacia su modesta y sencilla cabaña.

Se encontraba solo por primera vez.

***

Se tumbó en su camastro, hecho con hojas de bambú, para pensar una estrategia para liberarlos, pero la mente se le había quedado en blanco.

Se le ocurrió que, cuando cayera la noche, podría seguir a los hombres que vigilaban la selva. Decidido, recogió su lanza, un arco y un tubo de bambú, y salió de la cabaña.

***

Después de permanecer escondido casi toda la tarde, divisó el poblado y lo observó detenidamente. Los prisioneros estaban en el interior de una jaula; sus rostros entristecidos denotaban cansancio y miedo. En una esquina había un montón de armas.

Observó un árbol del que manaba un reguero de resina. Con la ayuda de un palo y del canuto, juntó la resina en una botella y se acercó al montón de armas.

Con cuidado, impregnó pistola por pistola con aquella pegadiza sustancia, inutilizándolas.

Ya sólo le quedaba liberar a los suyos.

-No sé si habría sido mejor quedarme en la ciudad –escuchó que decía un hombre.

-Sabes que el jefe nos dará una buena recompensa.

-Pero, ¿y si está equivocado y es una leyenda?

-Entonces no nos queda más que obedecer y cobrar.

Era extraño aquello que oía, pero no había venido para escuchar a escondidas.

Se dirigió a la jaula.

De pronto, se quedó paralizado al toparse con una mujer de tez blanca y ojos azules. ¿Quién sería? ¿Qué haría allí?…

Asustado, abandonó el campamento.

***

Se tumbó cerca de la orilla del río. Necesitaba descansar.

Contemplaba la cascada mientras se hacía preguntas: ¿quiénes eran esos hombres? ¿Qué buscaban? Y, sobre todo, ¿por qué habían capturado a los suyos?

Intentó encontrar respuestas, pero los párpados se le cerraban.

Cansado, se dejó llevar por el adormecedor sonido del agua al romperse contra las rocas. Soñó con cazadores de tesoros y mujeres misteriosas.

***

-¡Despierta! ¡Venga, que va a comenzar la cosecha!

Abrió lentamente los ojos y observó el lugar donde se encontraba. Seguía en la orilla del río, pero a su lado estaba su hermano pequeño, que le observaba con entusiasmo.

Lo tomó dulcemente por la muñeca y se encaminó hacia el bosque, de camino a su poblado.

-He tenido un sueño extraño –le confió.

-Cuéntamelo.

-Un grupo de extranjeros habían capturado a nuestro clan y...

No pudo terminar la frase. Junto a una hoguera, se hallaba una joven de tez blanca y ojos azules.