XI Edición

Curso 2014 - 2015

Alejandro Quintana

¿Para qué quiero yo
una hermana?

Blanca Matas, 16 años

                 Colegio Senara (Madrid)  

-Irene, ¿estás bien? Llevas todo el día muy seria.

-¿Qué?... Ah, sí… Muy bien. Y tú, ¿qué tal? ¿Te ha ido bien el día?

-A mí no me engañas. Te pasa algo. Y puedo adivinar qué es ese algo: estás enamorada.

-Pues chica, qué mal se te da sacar conclusiones… Tienes razón en que me pasa algo, pero en eso de estar enamorada… Nada de nada, monada.

-Venga, que soy tu hermana; ya sabes que a mí me lo puedes contar todo y más.

-No sé yo…

-Pero, ¿quieres contármelo de una vez?

-Si insistes…

-Insisto; sí, insisto.

-Bueno, pues verás… ¡Nah!… Si, total, no te va a interesar.

-Pero Irene, ¿qué bicho te ha picado hoy?

-¿Qué es eso de <<¿qué bicho te ha picado hoy?...>>? Nunca has usado esa expresión.

-Será que mi vocabulario está madurando.

-Será.

-Mira, Irene, si no quieres decirme qué es lo que te pasa, allá tú. Pero después no me vengas lloriqueando, quejándote de que todo te va mal.

-¿Es que te crees mi confidente o algo por el estilo? ¿Tengo que andar contándote mis penas?...

-Ni siquiera sé qué es “confidente”.

-Porque eres una inculta. Y una pequeñaja. Ni siquiera sé por qué estoy hablando contigo.

-Hablas conmigo porque te importo; porque somos hermanas.

-¿Ah, sí? Pues ya no somos hermanas. ¿Contenta?... ¿Ya has conseguido lo que querías? Porque yo sí.

-¿Y que era lo que querías, si puede saberse? ¿Enfadarte conmigo?

-Lo que quiero es que me dejes en paz y te vayas. Tengo mucho que estudiar.

-Estudia, estudia, pero yo me quedo aquí.

- O sales ahora mismo por esa puerta o te…

-Pero, ¿por qué quieres que me vaya? Si guardo silencio, no te molesto.

-¿Quieres saber por qué tienes que salir?... Porque como no lo hagas, avisaré a mamá y ya puedes ir olvidándote de ir al zoológico el fin de semana.

-Vale, ya me voy. Si es que yo tenía razón desde el principio: hay algo que te preocupa y no me lo quieres contar.

-¡Y tú qué sabrás! Cuando tengas mi edad, verás lo compleja que es la vida.

-María, ¿me dejas un lápiz?

-¿Así que ahora necesitas mi ayuda?

-Perdóname… Lo siento.

-¿Y qué es lo que sientes?

-¡María!

-Ah, no. Quiero oírlo.

-Si llego a saber que te ibas a poner así, no vengo a pedirte perdón.

-Irene, no te preocupes, que te perdono. Además, yo también tengo que pedirte perdón.

-Disculpas aceptadas.

- Entonces, ¿volvemos a ser hermanas?

-Por supuesto.