VII Edición

Curso 2010 - 2011

Alejandro Quintana

Para siempre

María Luisa de Ribot, 15 años

                 Colegio La Vall (Barcelona)  

Miriam se enjuagó las lágrimas. Llevaba todo el día llorando. Aún no sabía cómo decirle a David que estaba enferma. Se lo habían dicho esa misma mañana, y el recuerdo era tan cercano que le dolía. Recordaba nítidamente al médico explicándole con demasiados tecnicismos la enfermedad hormonal que padecía. No había tenido fuerzas para llegar al coche antes de empezar a llorar. Al llegar a casa se había tumbado en la cama. Durante horas pensó en mil cosas: en cómo afectaría eso a su vida, a su recién estrenado matrimonio, en que diría su marido. Pensó y pensó entre lágrimas. Finalmente se levantó y preparó la cena. Se cambió, y esperó pacientemente a que su esposo volviera a casa.

En cuanto David entró en el salón, el corazón de Miriam se aceleró.Se acercó a él tímidamente y le miró a los ojos:

-David, yo…

Han pasado dieciséis años desde entonces.

David encajó valientemente aquella noticia, consciente de lo que supondría para los dos. La promesa que le había hecho el día de su boda, fue auténtica y duradera. Eso fue lo que le contestó aquella noche: que se habían casado para siempre, en las duras y en las maduras.

La enfermedad de Miriam no se podía identificar. Pasó años sin dormir mientras su dolor evolucionaba. Pero David se mantuvo firme en su promesa.

Y para mí, esa promesa significa mucho: representa el amor de mis padres.